domingo, 23 de noviembre de 2014

el mar embravecido

Dos hileras de hayas flanquean un largo paseo de asfalto.
Las raíces de los árboles enfrentados intentan abrazarse bajo el suelo.
Causan en él pliegues como olas de un mar embravecido que se entrelazan.
Tumbado boca abajo, desliza sus manos heladas sobre las crestas.
Siente el cosquilleo y los arañazos de la grava.
La noche y los murciélagos observan como nada sobre las raíces y el asfalto.


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