sábado, 14 de enero de 2017

infinity pool

¿En cuántos lugares le puede caer a uno encima una lluvia de lefa ensangrentada? ¿Comer de los cráneos de tanto deshecho humano? Seré yo por una vez el que me alimente del cerebro de unos zombies, y no al revés, cuando me abro paso como un rompehielos a través de cientos de ellos, en su mayoría desnudos, o semidesnudos, pero tapando las partes del cuerpo con una lógica inversa, en la nave central, abducido por la oscuridad y unos tenues destellos morados, inhalando grandes bocanadas de humo denso y pegajoso del megatrón, rodeado de tantas pollas al descubierto meciéndose al ritmo de un techno embrutecido, alzando un brazo a un lado u otro, como si estuviese desfilando en la Plaza Roja del vicio accionado por descargas eléctricas en los pezones. Una fiesta inacabable, una piscina verde esmeralda en el tejado de un hotel de lujo Berlinés, la atalaya perfecta para que uno pueda contemplar, con las pelotas congeladas, el gris infinito de la vida que queda por delante.


Berghain, Berlin, Germany (2019)

no more monkeys jumping in my head

Don’t give me that look, you nasty piece of shit waiter. You may not want to accept it, you may not like it, but we the drunks pay your bills, so you better start showing some respect. No more monkeys jumping in my head...

Money, you know, the one and only fucking thing they care about, those assholes in their fucking yachts. The guys should fear the waves and the sea, you know, with its roaring guts, that would shallow their toy boats like if only milk-soaked cheerios.


Tacheles, Berlin, Germany (2005)