Entrevista a Tere Maldonado en El Salto diario: https://www.elsaltodiario.com/educacion/maldonado-psoe-introdujo-anos-90-exigencias-ocde-del-banco-mundial-educacion
Antes, la innovación educativa estaba relacionada con una pedagogía participativa, más experimental e incluso libertaria... Fueron gentes de la izquierda quienes trajeron lo que entonces se llamaba renovación pedagógica (luego “innovación pedagógica”). A día de hoy, la innovación educativa es una invención al servicio de las necesidades del capital: innovar constantemente para seguir vendiendo productos y creando necesidades; responde a las necesidades del capital, el neoliberalismo que abarca una amplia gama de temas, desde la libertad, adultocentrismo, el giro emocional, lo público y lo privado, o la igualdad y la diferencia. Se presenta como una exigencia progresista (porque identifica innovar con progresar) y como herramienta para acabar con una supuesta educación conservadora, retrógrada o atrasada, que reproduce las desigualdades. Pero la quimera de una innovación perpetua, que nos conduciría a utopías educativas y a una transformación profunda de la sociedad, es un anzuelo en el que lleva picando muchísima desde que apareció la Escuela Nueva; si rascas un poco, ves que responde a las necesidades del capital en su fase actual de ultraneoliberalismo, no a un sistema de valores progresista o liberador. Empecé hace 25 o 30 años. Ha cambiado mucho, y a muchísimo peor.
LA LOGSE … metió ya el virus del neoliberalismo en la educación, con las necesidades y exigencias, a veces explícitas, de la OCDE y del Banco Mundial… cada día veo más claro que lo que se ha hecho con el sistema educativo público es un desastre... Se insiste sistemáticamente en el cómo se enseña y no en el qué se enseña… el cómo enseñar siempre está supeditado a qué es lo que hay que enseñar, en qué contexto, a qué gente… Hay más componentes a la hora de decidir una metodología, pero el método siempre está al servicio del qué, de aquello que se quiere transmitir. El aprendizaje por proyectos, p.ej., es una forma de alimentar esa necesidad de seguir teniendo un público y unos productos que vender. Y a quienes denunciamos esta operación de marketing y de humo nos descalifican como retrógrados… lo nuevo no tiene por qué ser mejor… se ha desatado una crítica desaforada a la memoria. Es cierto que no tiene sentido aprender de memoria cosas que hay que entender, pero siempre sacan la lista de los reyes godos. ¡No conozco a nadie que la haya estudiado! Hay contenidos que no sirve de nada memorizar y repetir como un lorito, pero eso ha llevado a descalificar sistemáticamente la memoria y a olvidar que es una capacidad necesaria como apoyo de la inteligencia... Algo similar ocurre con la tecnología que se ha introducido en las aulas: se está viendo que es un desastre leer sistemáticamente en pantallas y cada día aparecen estudios que demuestran lo conveniente que es escribir a mano sobre papel y leer en papel. Se llegan a decir barbaridades como que el conocimiento está en Internet, que el profesor ya no tiene que enseñar nada y que no se trata de aprender cosas que están en la web, sino habilidades, las famosas competencias. Eso es una estafa que parte de una confusión elemental entre información y conocimiento. Da igual que las cosas estén en Internet: hay información y desinformación, fake news, bulos. ¿Cuál es la única manera de distinguirlos? Tener un criterio propio, que solo puede ser producto de un proceso de aprendizaje en condiciones. Los revolucionarios franceses inventaron esa gran idea de una educación reglada, obligatoria y gratuita. Obligatoria para todo el mundo, para sacar a los niños de las fábricas y garantizar un mínimo de igualdad para que pudiera existir una democracia mínimamente decente.
Hay un tesoro cultural elaborado durante siglos por grandes autores y autoras… Hurtar a la población, sobre todo a las clases trabajadoras, el acceso a ese tesoro que es el conocimiento de la humanidad es como robarle la vivienda. A veces preguntan: “¿Para qué sirve que un electricista o que una empleada de hogar conozca La Odisea?”. ¿Perdona? ¿Para qué sirve? ¿De verdad es mejor que solo sepan lo que tiene que ver con su propio trabajo? Este planteamiento pedagogista, innovador y muy utilitarista se pregunta para qué le sirve el conocimiento a un obrero. Pues para disfrutar de la vida.
El pensamiento crítico, si no queremos que sea un bluff como la educación emocional y otras bombas de humo, solo puede salir de un conocimiento profundo de la realidad humana. Y ese conocimiento profundo está rodeado de un montón de disciplinas y ramas del saber, que es lo que hasta ahora venían siendo las asignaturas (historia, literatura, ciencias, etc.). No se puede robar el acceso a ese grandísimo tesoro a las clases trabajadoras... Y todo esto se cruza con el psicologicismo y el emotivismo rampante que plantea que los niños y niñas tienen que ser felices por encima de aprender cosas. Eso desvirtúa y vacía a la escuela de su cometido. Para las clases dominantes es una bagatela, pero para las clases trabajadoras es un robo a mano armada. Parece que aprobar a todo el mundo aunque no sepa hacer la “o” con un canuto es algo bueno porque estamos siendo inclusivos. Es una estafa. El problema es que eso ha dado el salto a la escuela pública y se está introduciendo en la formación del profesorado y en las metodologías que nos obligan a poner en marcha. Si no lo paramos, asistiremos a un verdadero desastre.
La educación, con la excusa de la digitalización, se ha convertido en una autopista de traspaso de fondos públicos al sector privado. Es un escándalo sin precedentes y se está investigando demasiado poco para saber de qué cantidades hablamos. En esa idea de estar al servicio del neoliberalismo, ¿las innovaciones pedagógicas están dirigidas a preparar a los niños y niñas para su futuro laboral? El énfasis en las metodologías y en las competencias, más que en los contenidos, responde a esa necesidad. De hecho, se habla de “perfil de salida”, algo que me parece una barbaridad. Estamos hablando casi de manipulación social: queremos un tipo de personas funcionales a este sistema económico-social en el que malvivimos. Están haciendo una operación de ingeniería social metiéndose en el diseño de los programas curriculares. Lo están haciendo las grandes empresas, el gran capital, con la colaboración de lo que yo llamo pedagogistas, de todos los lobbies de pedagogía, de renovación y de innovación educativa.




