miércoles, 10 de agosto de 2016

el esclavo de sus errores - 2 - el entretenimiento barato


“¡Deja ya ese entretenimiento tan barato, que el cuerpo gasta menos energía que durmiendo! ¡Te estás perdiendo nuestra película, la película de nuestras vidas! ¡Qué desgracia de desgraciado eres!”, me decía ella.

Mientras esas palabras entraban por un oído y salían por el otro, me decía yo a mí mismo, con la voz en off de Félix Rodríguez de la Fuente, “El esclavo de sus errores raramente consigue escapar a las trampas que le tiende la vida. Con el paso del tiempo, y sin quererlo, ha convertido en un arte el caer de nuevo en los viejos errores. Ahora los comete, muy a su pesar, con gracia y elegancia, como si se recrease en ello.”

“¡Pues claro, joder! ¡Es obvio que, a medida que envejezco, me vuelvo más cascarrabias y amargado! ¿Qué esperabas? ¡Es que los errores que he cometido no dejan sino de crecer con el tiempo! (de hecho, si te tomas la molestia de mirar mis notas, verás que hace mucho que recopilo la evolución del número acumulado de errores, y no tiene nada que envidiar al índice Dow Jones).” Ella me mira con incredulidad.

Y pienso, ¿qué opinaría un crítico de esta situación, al que no hay nada que produzca mayor excitación que llevar la contraria a las masas, es decir, que contar a los demás por qué aquella película que a todo el mundo gusta tanto es en realidad una mierda, con su muy ensayada (ante el espejo) explicación?

Parafraseando un mítico anuncio de los noventa, “la podredumbre sin control no sirve de nada”. Y alguien me dirá, “Y con control, ¿sirve a algún propósito superior?” Pues no. No que yo sepa. Pero de cualquier modo, no puedo evitar vivir instalado en el futuro, esperando que la vida extienda a mis pies esa alfombra roja que tanto creo que me merezco. Y recorrerla con mi mejor traje y mi mejor sonrisa, bajo una estruendosa lluvia de vítores y de flashes.


Taj Mahal, Dharmapuri, Tajganj, Agra, Uttar Pradesh, India (2010)

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