sábado, 22 de octubre de 2022

el capitán salió a comer - 2

Solía ir a las carreras nocturnas de galgos en Arizona. Allí sí que sabían lo que hacían. Te dabas la vuelta para pedir otra copa y ya había empezado otra carrera. Nada de esperar 30 minutos. Zas, zas, una carrera detrás de otra. Era refrescante (...) No te daba la sensación de que alguien estuviera intentando serrarte las pelotas entre carreras. Y cuando todo había terminado, no estabas deshecho. Podías beber durante el resto de la noche y pelearte con tu chica.

Pero en las carreras de caballos es infernal. Yo me mantengo aislado. No hablo con nadie. Eso ayuda. Bueno, los cajeros me conocen. Me acerco a las ventanillas, uso la voz. Con los años, llegan a conocerte. Y la mayoría de ellos son bastante buena gente. Creo que sus años de tratar con la humanidad les han dado cierta clarividencia. Por ejemplo, saben que la mayor parte de la especie humana es un gran pedazo de mierda. En cualquier caso, sigo manteniendo las distancias con los cajeros. Deliberando conmigo mismo. me mantengo alerta. Podría quedarme en casa y hacer lo mismo. Podría cerrar la puerta y distraerme pintando o con cualquier cosa. Pero de alguna manera necesito salir, y asegurarme de que casi toda la humanidad sigue siendo un gran pedazo de mierda. ¡Como si fueran a cambiar! (…) A veces me he llevado una libreta, pensando, bueno escribiré alguna cosa entre carreras. Imposible. El aire es plano y pesado, todos somos miembros voluntarios de un campo de concentración.
 
                  El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco (Charles Bukowski)

 
San Francisco, California, USA (2009)
 

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