jueves, 26 de diciembre de 2019

quería escribir sobre ti

Te llevaste contigo las razones; te llevaste contigo el conflicto que surgió en tu cabeza –si es que surgió– cuando caías: ¿habré hecho bien? ¿me habré precipitado? ¿me habré dejado el gas abierto? No te podré preguntar si lo que nos unía era esto o lo otro, o si siempre has sido un electrón libre, si tu salto fue tu acto último para diferenciarte del resto... si la enfermedad te hizo o te aprovechaste de ella, si fue la excusa perfecta para abandonar, incapaz de gestionar el bajón que acontece tras todo, incluso tras la más breve acción o triunfo... si el secreto está ahí, en cómo aceptar, parsimoniosamente, el que nada de lo que digas o hagas trascenderá, que sólo algunos de tus allegados recordarán las más irrelevantes de tus anécdotas, sin una lógica que nadie, y menos uno mismo, puede controlar.

¿Llegamos verdaderamente a entendernos alguna vez? ¿Atravesaron mis palabras el filtro de tu medicación? ¿Lograron las tuyas superar el velo de mis prejuicios y de mi condescendencia? ¿Podré comprenderte alguna vez, si es que tenían en realidad algún sentido? ¿Eras tú el Joker –o lo soy yo, o ambos en cierto modo–? (abusando de esta frase tan reciente, pero que ya desprende el tufillo pseudo-intelectual que contagia todo aquello que ha sido muy manoseado) ¿quién de los dos sufría más porque la gente esperaba que no nos comportásemos como si tuviéramos una enfermedad mental?

No es que si hubieras decidido quedarte vivo te hubiera preguntado nada de esto alguna vez, pero me jode que fueses tú quien decidiese unilateralmente en un momento dado negarme la opción. Porque, aunque no queramos reconocerlo, nunca nada trata del otro, siempre todo es sobre uno mismo: mírame, quería escribir sobre ti, sobre cómo te echo de menos, y he acabado escribiendo sobre mí.
 
dedicado a mi tío: José María Gregorio Pastor
 
Great Bazar of Aleppo, Aleppo, Syria (2010)
 

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