viernes, 25 de agosto de 2017

Posteconomía - 8 - la nueva clase estabulada

[Para demostrar que la crisis se usó como una burda excusa para aplicar unas medidas de austeridad y desmantelamiento del estado del bienestar que ya se tenía intención de aplicar mucho antes de que la crisis siquiera se vislumbrase, Antonio Baños explica, entre otras muchas argumentaciones, lo siguiente:] “En el año 2003, el gobierno social-demócrata de Gerhard Schroeder, en alianza con los verdes, [aprueba la agenda 2010 y con ello] comienza a destruir todo lo que su partido había logrado desde 1890 en Alemania: el sistema de protección social Bismarckiano, el programa del SPD de Bad Godesberg, las normas de negociación colectiva... (…) la socialdemocracia alemana se disponía a su suicidio ritual. (…)

Pero entre todas las recomendaciones de la agenda 2010, una ha calado hondo en el pueblo: la Hartz IV (…) unifica el subsidio social con la prestación de desempleo, de manera que vincula dos situaciones que siempre habían sido radicalmente diferentes. A partir de la Hartz IV, un pobre es un pobre, da igual si es un ingeniero que no encuentra trabajo o un alcohólico con problemas paranoides. O estás dentro o estás fuera. (…) esta unificación tiene como objetivo el control de la masa sin ingresos para poder presionarla legalmente a que acepte trabajos infra-retribuidos.

La trampa es que por una parte se garantiza la protección; los beneficiarios cuentan con la garantía de prestación de ayudas básicas: educación y sanidad gratuita, dependencia, calefacción, etc. Pero, por otra, deben aceptar hacer trabajos de interés comunitario como, por ejemplo, barrer el parque a un euro por hora. A los nuevos marginados, exactamente como pasaba en el siglo XVII, se les instala en lugares en los que expían la culpa de su pobreza trabajando gratis (…). El Estado ya no debe contratar barrenderos o jardineros sindicados, pues con los siervos se las apaña. Se difumina de manera inquietante el concepto de trabajo, y se sortean la idea de parado y sobre todo de retribución.

El Hartz IV, en combinación con los minijobs, sirven también para mantener bajas las cifras oficiales de parados. Cualquier actividad, por más explotadora que sea, es un trabajo, y el que la lleva a cabo, por más desprotegido que esté, adquiere el rango de trabajador. En otras palabras, se permite la servidumbre a la vez que se la oculta bajo las estadísticas, siempre favorables, de empleo.

Con el tiempo, los Hartz IV podrán ser vendidos o alquilados a empresas que necesiten mano de obra a un euro. La dimensión del Hartz IV no es nada marginal. Sin él, el índice de paro en Alemania superaría el 15%. (…) la población en riesgo de pobreza sustituye hoy en día al viejo lumpen-proletariado marxista, aunque ejerciendo la misma función productiva y clientelista. Nace una clase latente, los limbolaboradores, situados fuera del reconocimiento social y de la autoestima, pero a cubierto de la rebelión mediante la sopa boba. Un estrato social alimentado con subsidio y televisión: una clase estabulada.”

                                                       Posteconomía (Antonio Baños Boncompain)

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