jueves, 3 de diciembre de 2015

la mutación de los ruidos

El pitido muta torpemente en una nana, que a la vez ensordece las conversaciones a su alrededor. En un estado de semi-trance, favorecido por la escasa iluminación de cabina, visualiza el proceso de transmutación del molesto ruido en forma de un punto negro flotando hacia la derecha en la calva de un pasajero que tiene enfrente. Cuando el punto alcanza la parte posterior de su oreja, el sueño le vence, y se desploma sobre el hombro de Marta.

En sus sueños, el punto crece hasta convertirse en una isla en un mar de alopecia, pero ahora poblado por él y extraña vegetación. Las hojas están hechas de viejos periódicos. En algunos artículos se puede leer sobre momentos importantes de la vida del pasajero. En las necrológicas, sobre sus ilusiones frustradas.

Quiere ver la savia que recorre el interior de esas plantas. Por eso corta un tallo. Se arranca entonces gran oleaje y un aullido metálico de muchos decibelios. La isla empieza a mecerse. Cubre sus oídos para mitigar el dolor, pero puede ver las ideas impetuosas del pasajero fluir por el corte. El aullido poco a poco se torna en una voz que transmite un mensaje inteligible: ¿quieres café?

Se despierta. La azafata, que parece un rascacielos, sostiene un termo. Ella desde lo alto y Marta clavan su mirada en él.

- Cariño, ¿quieres café?
- Humhh… no…


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