miércoles, 27 de enero de 2016

oikumene 2 - el primer encuentro con Tisafernes

Nota: Ver previamente la entrada "oikumene 1 - la muerte del gigante Magón":

Nota: Todas las entradas de oikumene se pueden encontrar, en orden cronológico, aquí:
 
Tras la batalla, de la que la Liga de Delos ha salido victoriosa, Memnón, extenuado, reposa bajo la sombra de una encina. Frente a él desfila una larga hilera de prisioneros, donde se encuentran representadas y mezcladas todas las etnias y naciones del mundo conocido, desde algún feroz griego de Esparta que se dejó capturar con vida, y muchos de otras polis aliadas de los laconios, hasta bárbaros venidos de todos los confines del Imperio Persa, guerreros con aspectos como nunca antes había visto. “Pero… un momento… entre ellos... sí, no hay duda, su porte elegante… es él, el arquero persa que me perdonó la vida. Ni siquiera sus ropajes hechos girones, manchados de barro y sangre seca, le hacen perder un ápice de presencia”.

Memnón, sin poder refrenar su curiosidad, sigue a los prisioneros para ver a dónde los conducen. Éstos son obligados a entrar en un recinto delimitado por una empalizada de madera que se ha levantado improvisadamente en un claro del bosque, se les encadena en grupos de cuatro a unas argollas que se han clavado fuertemente en el suelo por medio de estacas.

Los días siguientes, Memnón acudirá con frecuencia al vallado para observar al persa, un personaje por el que su interés no hace sino aumentar con el paso del tiempo. Por esta misma razón, no duda ni un instante en presentarse voluntario para las misiones de vigilancia de los prisioneros y escolta en el intercambio de éstos y otros rehenes que está por tener lugar entre los dos bandos, una vez concluida la batalla y negociados los términos de dicho intercambio. Admitida su solicitud para custodiar la improvisada prisión, Memnón hace lo posible por ubicarse en el puesto de guardia más próximo al persa; si hace falta, sobornando a algún compañero a cambio de unas pocas de sus gachas.

– Hola, no nos han presentado. Mi nombre es Tisafernes – dice, en un griego cultivado, pero con acento peculiar, el arquero, que por supuesto había notado las miradas curiosas que el muchacho griego le había dedicado los días anteriores. – Soy (o era, mientras no me devuelvan con los míos) el máximo servidor de Darío II en Lidia y Caria. Si no te molesta que pregunte, ¿en qué polis naciste, y por qué luchas como luchas?

“¿Se acuerda de mí?” – Soy Memnón, hoplita de Éfeso, y lucho para que mi polis, mis hermanos, ninguno tengamos que vivir bajo el yugo de los bárbaros de Persia… bueno, y de los laconios y mm… – con un fervor que decae progresivamente conforme más se da cuenta de lo pomposo y altisonante, primero, y poco creíble, después, que suena su discurso, pues él mismo nunca ha acabado de comprender muy bien el porqué de esa guerra.

– Oh, interesante punto de vista. Sin embargo, ni tú ni los tuyos tenéis inconveniente en vivir bajo el yugo de Atenas, ¿me equivoco?

– No es… no es lo mismo – sin saber muy bien cómo articular una réplica mejor.

– Me parece que eso es justamente lo que quieren que pienses algunos charlatanes de Atenas.

– ¿Cómo es que conoces tan bien mi lengua? – queriendo cambiar de tema, pues no deseaba que el persa, que muy probablemente sería capaz de elaborar elegantes argumentos a la par que contundentes, le confundiese. Y es que, aunque en la batalla apenas hay un instante para pensar, nada puede ser peor que albergar dudas respecto a si es justo o no el propósito que está llevando a uno a hundir el hierro en las carnes de tantos congéneres.

El hombre sonríe: – Me parece bien. No hablemos de política, si es esa tu voluntad. En lo que concierne a tu pregunta, en la corte, a la inmensa mayoría de los que habremos de ocupar puestos de relevancia, se nos exige dominar el griego; particularmente a aquellos que, como yo, ostentaremos (¿es así como decís?) satrapías en Asia Menor, por el trato que habremos de mantener frecuentemente con representantes de las polis griegas en esas costas.

Impaciente: – Me gustaría mucho aprender vuestro idioma, y cosas del lugar del que vienes.

– Vaya, admiro tu interés, no es algo muy habitual, y por supuesto me complacerá instruirte, pero dudo de que dispongamos del tiempo suficiente –. Pero en eso Tisafernes yerra, puesto que, aunque ellos todavía no lo saben, el intercambio de prisioneros se demorará unas cuantas semanas, por la incapacidad de los contendientes para consensuar unos términos mutuamente satisfactorios. Así pues, finalmente tendrá oportunidad de enseñarle una parte nada despreciable de su lengua y su cultura, empezando por una bonita palabra fenicia: Shalom (paz).
 

Shalom (paz) (inscripción en fenicio del s. VIII a IV a.C.)

ovillo de esparto

Habiendo tanto que contar…
Y a escuchar sólo pocos hay dispuestos,
sin saber a quién o de qué forma.

Se acumula en la garganta,
un ovillo de esparto que no puedo tragar,
y con el que no es posible tejer.

Escasos minutos para colmar anhelos mesiánicos,
gérmenes de frustración que empujan
a gravar con cuchillos el desencanto en la piel.

domingo, 24 de enero de 2016

el hígado ayer me dijo basta

Mi hígado ayer por la noche me dijo basta, que me fuera yo, que él se quedaba en casa. El resto de mi ser seguía debatiéndose entre salir o no salir. El déficit de sueño acumulado era ya muy acuciante, y yo sabía que, fuese cual fuese la decisión que tomase, al día siguiente me arrepentiría.

sábado, 23 de enero de 2016

el festival de radicales libres

Látex, silicona y botox a raudales para salpimentar ese festival de radicales libres que, en su 30 aniversario, decidieron interesadamente rebelarse y condenar a la obsolescencia la palabra “vejez”.

Bajos hombros caídos, nylon y desagüe enmarañado en sus pelos. Son un muro de pieles sin Sol que las enrojezca, y sueñan con darle una paliza a ese momento que les recuerda su vacuidad.

¿Cómo medir el castillo que cada cual edificó para relativizar su triste mediocridad?



they are just what they are

As I got close to the coffin,
where always belonged to,
the fist, triggered by an own,
primal will, hit hard on those
wooden doors of Hell,
and I faced my demons,
since, in the end,
they are just what they are.


somewhere in Sekelia (Sicily), Italy (2014)
 

domingo, 17 de enero de 2016

fantasía y fiera de tu rostro

Fantasía y fiera de tu rostro.
Tortura sin mácula de un ideal de belleza.
Parásito de mi emoción.
Mendigas la primera de tus gracias,
mi hermana que de nuestra pasión vives falta.
Lloro. ¿Qué crees? Desconoces qué recuerdo de ese amor.

digo, todavía eres belleza, sueño y piedra

Digo, todavía eres belleza, sueño y piedra.
Digo, bella, que todavía eres mito translúcido,
por el que veo tu savia pendenciera,
como si fueras vaina con pulso.

Pero arrópame, mercenaria de tez fúnebre,
que arrojas tierra a los ojos de tus guerras.

Nota: 3er premi del 13è Concurs de Poesia Curta de la UPC

por qué tú mueres y yo vivo

Qué fue de los niños del parque,
la noche y el hielo,
mis años y los tuyos.

Qué fue de los cigarros robados
al alba, de las fotografías ajadas
y la pianola, la botella
de Osborne y el sucio almanaque.

Por qué, si ya no está,
recuerdo a mi abuelo,
y en mi mente algo chirría
y sé que no es la misma persona.

y el circo sigue, nuestros huesos
arrojados a la caldera.
 
 
dedicado a mi abuelo: Joaquín Gregorio Sanmartín



Maella, Aragón (2010)

en el pozo

No puede ser sino en el pozo
donde se reconoce uno.
Donde es capaz de desarrollar
la mayor empatía hacia su ser.
Donde sus miserias le tutean,
y sólo el hielo conspira
para verle ennegrecer.


Subotica, Vojvodina, Serbia (2015)
 

la brújula y el condón

¿Qué pensaría usted si encontrase una brújula y un condón en la cartera que le acaba de robar a un tipo? Pues en la oscuridad de mi salón intento reconstruir su cara, con la esperanza que eso me ayude a encontrar una explicación plausible. Pero todo el esfuerzo es en vano. Quiero decir, logro visualizar a la perfección su casaca roja, los bolsillos y el momento del hurto, pero nada más.

Aunque, ¿quién puede asegurar que los rasgos faciales de la víctima me darán más pistas que los rotos y descosidos de su abrigo? ¿Se trata de un marinero en busca de su furcia, un excursionista del montón, un bromista precavido, u otro amigo de lo ajeno? Y en todo caso, ¿qué más me da? Todas estas cavilaciones baratas se deben únicamente a que el hallazgo me ha desconcertado. Lo importante sólo es el metálico que llevaba el desafortunado, que, por cierto, no es mucho.

Haciendo honor a la costumbre, me dirijo a Perdición, mi antro de adopción, origen y fin de todos los caminos, donde el escaso botín me dará al menos para un par de vasos llenos de ese bourbon guatemalteco que sirven a los más incautos. A lo mejor sus efluvios tóxicos me inspiran.

Doblo la esquina y ya huelo sus butacas de terciopelo acolchadas, envejecidas y horadadas por mil colillas, atrapando al personal como un velcro irresistible hecho de colmillos de perros con rabia, que por nada soltarían a su presa. Allí, beber es un trabajo y, a pesar de la feroz competencia, Pushkin es el empleado del mes.

Ringo, tras la barra, está fregando un vaso. Uno de sus ojos apunta al televisor, mientras el otro persigue a la única mujer del local que no se puede confundir con un hombre. El aire, respirado mil veces, es el de un submarino alemán en el fondo del mar; aire, si se puede llamar así, que alguien olvidó apresado en una bodega de metal herrumbroso. En el barrio, donde reside un número tan elevado de artistas cuya petulancia excede los límites de la razón, la existencia de un reducto de brutalismo y vulgaridad como este antro es una bendición.

Avanzo hacia un asiento libre junto a Love machine, otro cliente habitual, de los pocos a los que no parece que le haya pasado un cortacésped por la cara, un cruce entre Tina Turner y Mickey Rooney, alto como la primera, habiéndole sustraído el segundo. Es un gozo que nadie preste atención a mi presencia. Tras el saludo de cortesía al anciano y a Ringo (sólo con ellos ese acto tan inocente no puede volvérsele a uno en contra, en la forma de un fastidioso monólogo de tres cuartos de hora, ante el que sólo cabe asentir, brindar y alzar las cejas), le señalo a éste último la botella de bourbon del segundo estante. No hace falta que le diga que lo quiero on the rocks –nada en mí genera un condicionamiento pavloviano comparable al crepitar del hielo cuando es abrazado por el alcohol–.

No es ninguna novedad que entre alguien en Perdición, pero sí lo es que entre alguien nuevo. Y, a pesar de que doy la espalda al recibidor, eso es precisamente lo que puedo leer en la mirada llena de desconfianza de Love machine, que interrumpe en seco una de sus habituales diatribas sobre si son mejores los futbolines de madera o los de acero. El asunto no tendría mayor importancia para mí, si no fuera porque el tipejo, un hombre corpulento de cincuenta y tantos, sostiene doblada en su mano derecha una casaca roja idéntica a la del desafortunado al que birlé la cartera, so do the maths. Parece que, por una ironía de la vida, la víctima acude por su propio pie a la guarida del lobo y, a mayor gloria de la diosa Fortuna, toma asiento al lado de éste.

Tras los obligados “Buenas noches” y “¿Cómo está usted?”, se sucede una hora larga de charla animada y animosa, que el compadre interrumpe con un “Te invito a… ¿qué estás tomando?”. Le contesto y Love machine se descojona. Él se palpa los bolsillos, primero con calma, y luego más nerviosamente aquí y allá, con la cara mudando de una mueca de incomprensión a otra de disgusto. “¡Joder, me han robado la cartera!”, dice con la mirada perdida. “Qué me vas a contar…”, musito para mis adentros, y sigo con voz sonora “¡No hace falta que te inventes ninguna excusa, hombre! Esta ronda ya la pago yo”, mientras agito en el aire los billetes de su cartera. “Lo de menos es el dinero...” –“no me digas”, y continúa “…lo que es una putada son los documentos de identidad, las tarjetas de crédito…” –“las brújulas y los condones…”, mordiéndome los labios para no reír– “… y bueno, un par de objetos con mucho valor sentimental”. Ahí reconozco que ha captado completamente mi atención. Entonces me cuenta que llevaba un par de recuerdos de su hijo, las únicas pertenencias que encontraron tras su desaparición un fin de semana que fue al bosque con unos amigos. “Y no se lo digas a nadie, pero, por mucho que me desagrade, y por mucho que me esfuerce en evitarlo, cuando miro esos recuerdos indefectiblemente me entristezco al pensar que murió virgen“. Transcurrido un rato, aprovecho que se va a los retretes para largarme, no sin antes dejar su cartera sobre la barra. Perdición, origen y fin de todos los caminos.
 
Nota: de la serie "historias de Perdición"; aquí el resto: https://joseirojas.blogspot.com/2022/01/historias-de-perdicion.html


Copenhagen/København, Denmark (2010)
 

domingo, 10 de enero de 2016

the human cockroach


the human cockroach (2006)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"
 

los últimos serán los primeros


los últimos serán los primeros (2006)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"
 

the big fall


the big fall (2006)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"
 

pelícano


pelícano (2006)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"
 

la caja tonta


la caja tonta (2008)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"
 

arrastro cadáveres

Arrastro cadáveres a ras de suelo.
¿Quién quiere formar parte de este mundo?
Se disfrazan con vestidos ridículos.
Sonríen ante el objetivo y no piensan en los demás.
Comparten instantes con los que no pueden protestar.

 

arrastro cadáveres (2006)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"
 

me como mi pierna (I eat my leg)

Me como mi pierna.
No dejo ni uñas ni tendones.
Sólo manchas rojas.


me como mi pierna (2005)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"
 

within the eye


within the eye (2006)
Note: drawing done with my left hand; belongs to a series of drawings entitled "mundo siniestro"

town of hooded persons (poblado de encapuchados)



guadaña


guadaña, Barcelona, Spain (2004)
 

yuppie's orchard (el huerto del yuppie)



aforismos

Uno no debería tomarse demasiado en serio a si mismo.

Yo no necesito a nadie. No me necesito ni a mí.

Verdades fosilizadas.

Hoy copillas y luego maravillas.

Todos saben que son igualmente respetables pero no igualmente respetados.

Corre por tu vida.

Le sommet me manque.

She likes male attention.

otra noche más

En los servicios de aquel bar, frente al espejo, la mirada horrorizada.
Su cara se deformaba como si fuese la placenta y cien personas la estuviesen manoseando.


Copenhagen/København, Denmark (2010)
 

la duda

Entretanto, la duda era un gemido lastimoso y pegadizo que resonaba en su vientre hueco. Notas viscosas que, en lugar de caer, escalan las paredes de sus intestinos.

Alex

Alex, Alex…
Debió haberlo hecho. Pero siempre es fácil decir esto, a toro pasado.

Se erizan sus dientes. Se salen los ojos de las órbitas.
Y el látigo castiga su espalda.

Aun así, navega por la arena, creyendo que nada es falso.
Ríe. Braman las escamas al deslizar sobre sílice.

Entremezcladas con sus carcajadas, mecen el aire seco.
Mueren en las plantas de sus pies.

martes, 5 de enero de 2016

desbocados

No está seguro de si cabalga a la ira o es al revés.
En cualquier caso, esté uno u otro encima,
desbocada no es buena compañía.

domingo, 3 de enero de 2016

el lugar donde residen mis bestias

Nadie cree ya nuestras tardes,
los prados de verde imposible,
las hojas muertas por doquier,
y el llanto de los nogales
que tanto temen al viento.

Nadie cree ya nuestras noches,
que sólo nos importe el comienzo,
los sonidos mágicos a toda luz,
el descorchar de una botella
y el gorgojeo al verter vino.
siento acercarse veloz el infausto día
en que yo también deje de creer,


Maella, Aragón (2010)
 

sábado, 2 de enero de 2016

bestiario de Tolkien – 3 – La Grúa

En Erebor, la Grúa en tiempos lejanos fizo no menos horribles maldades que su pariente mayor, el temido Dragón, y, sin duda, ningún fidalgo deseare ver dicho engendro morando nuevamente en nuestros campos y ciudades. Si mintiere al decir eso, a Eru ruego partiese con un rayo mi gaznate, en tantos pedazos como orcos hubieren acampado a las puertas de Gondor, en el legendario asalto de la Ciudadela.
 
Cuentan los viejos del lugar que poseía la Grúa un único colmillo, de mithril, no menos, y, siendo sólo uno, sin embargo con él causare innumerables calamidades. Así fuera el Dragón apreciador de incendios, llamas y brasas buenos, la Grúa gustábase no en tanto de diezmar carros y monturas; arrebatábalos sigilosa y vilmente con su colmillo a aquellos incautos que dejábanlos desguarnecidos en no más tiempo que el que demora un grillo en expirar, y devorábalos con tesón en su tenebrosa guarida, el Depósito, si los hacendados no quisieren pagar el cuantioso rescate. Corrompiose así, por obra y gracia suya, la sana convivencia en innumerables plazas. Allá en el ocaso de la 2ª Era, la Grúa multiplicose allende la Tierra Oscura por infausta cópula de Dragón y Urbano, guiados por la mano de Mordor, cuyo afán recaudatorio jamás conociere de límites, y durante demasiados desdichados decenios, moraron numerosos, esos engendros, asolando las vidas y tierras de muchos y muy humildes gentiles.
 
Nota: todas las entradas del Bestiario de Tolkien aquí: https://joseirojas.blogspot.com/2024/06/bestiario-de-tolkien.html



en el zoológico de sonrisas escayoladas

Siendo pequeño,
fui por piernas liberado

con niñas con tinte en las cejas,
y enloquecía con su danza volátil
entorno a las mesas ajadas de madera.

sin reconocerme ávido por sus carnes,
mientras que de los flancos afilados
brotaba incontenible la estulticia.

besándose todos los temores,
alimentados de mi compasión,
que las niñas tomaban a risa,


somewhere near the fortress Qal'at Salah al-Din (Sahyun Castle, also known as the "Castle of Saladdin"), Orontes river valley, Syria (2010)

adults are kids pretending to be adults

Adults are kids pretending to be adults.
Kids are kids pretending to be adults.
Adults are a fake dream of maturity.


Yo no necesito a nadie. No me necesito ni a mí.

Yo no necesito a nadie. No me necesito ni a mí.

viernes, 1 de enero de 2016

las lineas cojas

- Mensaje entregado.

Dijo el hombre que se hundía en el pozo, después de borrar todas las líneas continuas de su vida, creyendo que así no volvería a cometer aquellas malditas infracciones.


el viajero - 5

Deslizan sobre la arena en un viejo Lada Niva que deja tras de sí un reguero de pedazos y humo negro. Se dirigen al poblado de M’Hamid, remontando el curso de un cauce seco, salvo por un tímido riachuelo que lo desciende con torpeza. Parece esperar impaciente la llegada de una crecida con la que vengarse de los niños que se burlan de él.

Asomando el brazo derecho y su cara por la ventana, no presta atención al monólogo de su compañero y conductor sobre lo molestas que son las personas que no dejan hablar a los demás. Los ojos cerrados por el polvo que levanta el coche que les precede.

Nota como ese aire y Sol de desierto abrasan su piel sucia de arena. Se recrea en esa sensación que, cuando está inmóvil, le provoca una paz infinita, y que ahora también apaga la cháchara de su amigo, la voz de Nusrat Fateh Ali Khan en el radiocassette y todos los ruidos de alrededor. Y entonces vuelve a recordar la bonita melodía que ella punteaba en su guitarra. Recuerda cómo la oía desde el balcón y creía percibir, aunque tenuemente, que cada noche la tocaba mejor. 

Curiosamente, es el silencio de su compañero lo que de repente le despierta de su paseo por el pasado. Cuando abre los ojos, se alegra por dentro al divisar al fin el poblado frente a ellos. Quiere reír pero la polvareda se lo impide.
 

Lebanon, as seen shortly after having crossed the border between Syria and Lebanon in the road from Damascus to Beirut (2010)
 

jueves, 31 de diciembre de 2015

presaca

Presaca: Dícese del estado, mezcla de excitación, nerviosismo y malestar general, cuando, los días previos a un fiestón, el cuerpo anticipa lo que se le viene encima.


jueves, 3 de diciembre de 2015

el filósofo veloz


El pobre hombre, larguirucho pero encorvado, se parecía a su bastón. Profeta de la heterodoxia, sólo era capaz de pensar cuando estaba en movimiento rectilíneo, por lo que sus contertulios quedaban ya muy lejos cuando al fin podía detener su zancada y vocalizar sus réplicas y teorías. Así es que, por suerte o por desgracia, nunca pudo completar una discusión, por lo que nunca pudo convencer a nadie de nada, ni nadie le alzó la mano o la voz más de lo debido, salvo para gritarle que no huyese.
 

beach of St. Pol, S'Agaró, Catalunya (1999)
 

d'où sommes-nous?

D'où sommes-nous?
De l'endroit où on nais?
De l'endroit où on vis?
Ou de l'endroit qu'on sent qu'on appartiens?
Je ne sais pas...
Mais je pense qu'il est possible être de toutes les endroits au même temps.
Sinon, j'aime penser que ce sera possible...


el paso por Ut

El materialismo oxida el alma y destripa la inocencia.
Combustible de la ignorancia irascible.
 
Nota: ver el resto de la colección de notas sobre Siria, beso de una tierra que se marchita, en este link: https://joseirojas.blogspot.com/2015/07/notas-de-siria-beso-de-una-tierra-que.html
 


the boatman

With her voice she seduced the boatman,
and together they toured the land of the dead.
No more insanity would ever flee freely
across the nameless lagoon.
Pilgrims of boredom would stock on the shore,
the newcomers piling up on top of the elders.


photo taken from the ferry from Vancouver to Nanaimo, in Vancouver Island, British Columbia, Canada (2008)
 

la mutación de los ruidos

El pitido muta torpemente en una nana, que a la vez ensordece las conversaciones a su alrededor. En un estado de semi-trance, favorecido por la escasa iluminación de cabina, visualiza el proceso de transmutación del molesto ruido en forma de un punto negro flotando hacia la derecha en la calva de un pasajero que tiene enfrente. Cuando el punto alcanza la parte posterior de su oreja, el sueño le vence, y se desploma sobre el hombro de Marta.

En sus sueños, el punto crece hasta convertirse en una isla en un mar de alopecia, pero ahora poblado por él y extraña vegetación. Las hojas están hechas de viejos periódicos. En algunos artículos se puede leer sobre momentos importantes de la vida del pasajero. En las necrológicas, sobre sus ilusiones frustradas.

Quiere ver la savia que recorre el interior de esas plantas. Por eso corta un tallo. Se arranca entonces gran oleaje y un aullido metálico de muchos decibelios. La isla empieza a mecerse. Cubre sus oídos para mitigar el dolor, pero puede ver las ideas impetuosas del pasajero fluir por el corte. El aullido poco a poco se torna en una voz que transmite un mensaje inteligible: ¿quieres café?

Se despierta. La azafata, que parece un rascacielos, sostiene un termo. Ella desde lo alto y Marta clavan su mirada en él.

- Cariño, ¿quieres café?
- Humhh… no…