Látex, silicona y botox a raudales para salpimentar ese festival de radicales libres que, en su 30 aniversario, decidieron interesadamente rebelarse y condenar a la obsolescencia la palabra “vejez”.
Bajos hombros caídos, nylon y desagüe enmarañado en sus pelos. Son un muro de pieles sin Sol que las enrojezca, y sueñan con darle una paliza a ese momento que les recuerda su vacuidad.
¿Cómo medir el castillo que cada cual edificó para relativizar su triste mediocridad?
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