miércoles, 23 de marzo de 2022

alguien me ha robado el finde

Soy un error. Un error con piel, uñas y pestañas.
Un error al que le han robado el finde…

¿A partir de qué cantidad de amor se considera que la cosa empieza a ser un poco creepy? Es increíble como algo tan simple y natural en el reino animal como meter el pene en una vagina pueda llegar a joderte tanto la vida. De eso hablábamos cuando Efrén, el colega alpinista, ha entrado en el bar dando una sonora colleja al camarero –que en el último instante ha refrenado el insulto que se prestaba a escupir, al girarse y ver de quién se trataba–, y, desde el otro extremo de la barra, se ha dirigido a nosotros con su atronadora voz, que nos ha llegado resonando por todos costados: “¡Una de dos, o has vuelto a chupar un cipote, o habláis de la prueba de soplar que te hicieron el otro día! jajaja” –se ríe el muy cabrón, con su cara legañosa haciendo una mueca imposible, pero a mí no me hace ni pizca de gracia recordar el multón que me cayó–.

En su torpe camino hacia nuestra mesilla, choca con un par o tres de sillas y casi derriba con la cadera las cervezas de los que estaban a nuestro lado. Entretanto, al apartar la mirada hacia mis antebrazos para no hacer contacto visual ni con él ni con estos últimos, me he percatado que casi se habían borrado ya mis seis agallas del tiburón, las escarificaciones que tanto me costó labrar en mi piel, lo que todavía me enerva más, si eso es posible, tras haber sido testigo, otra vez, del desdeñoso serpentear de Efrén, y anticipar el coñazo de charla que se nos viene encima. Sin poder hacer nada para remediarlo, toma asiento junto a nosotros en una silla que había quedado vacía.

Inevitablemente, la conversación se redirige hacia las múltiples batallitas que compartimos en los viejos tiempos, lo que al fin y al cabo no resulta tan desagradable como esperaba. Ahí tenemos también a los buenos de Kenneth Brannagh, Paul Thomas Anderson y Steven Spielberg firmando sendas películas sobre sus respectivas infancias y adolescencias (léase Belfast, Licorice Pizza y Los Fabelman). A todos embarga la nostalgia, viviendo del pasado tanto más cuantos más años suman y menor es su capacidad de generar nuevas vivencias extraordinarias, apostados en el sofá todo el santo día, con las palomitas y migas de pan y patatas cayendo por nuestros costados.

Me cuesta retomar el pulso cuando por fin Efrén se larga. ¿Por dónde íbamos? ¡Ah, sí, eso! "El bien y el amor van de la mano", nos decíamos –en eso estábamos de acuerdo–; "sí, van de la mano, pero esposados, y dirigiéndose miradas desconfiadas con el rabillo del ojo, en la parte trasera de un coche patrulla en Usera. Nos hablan de lo que fuimos y de lo que quisimos ser". En esos cenagales se pierden nuestras divagaciones, pero otra cosa me vuelve a robar la atención: es que alguien me ha robado el finde, y ya sólo puedo pensar en matar a esa persona.
 
Nota: de la colección "historias de Perdición" https://joseirojas.blogspot.com/2022/01/historias-de-perdicion.html


somewhere in the old quarter of Damascus, Syria (2010)
 

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