sábado, 25 de enero de 2020

sangre de mi sangre (de Rebeca Tabales) - 1 - hijos únicos

La mayoría de la gente tiene la idea equivocada de que los hijos únicos están mimados o reciben más atención que los que tienen hermanos. La realidad es que, cuando una pareja decide tener solo un hijo, a menudo es porque quiere experimentar la paternidad, pero ésta no le gusta o les produce miedo, así que no repite. También puede ocurrir que las actividades de su rutina no les permitan ocuparse de más hijos, o que entren en crisis y acaben separándose, cosa que suele ocurrir más o menos por la época en que se decide tener hijos. En cualquiera de los dos casos, en términos generales, el niño recibe menos afecto y se siente menos querido que en una familia en la que desean más hijos o pueden permitírselos.

Sangre de mi sangre (Rebeca Tabales, Penguin Random House Grupo Editorial)

sangre de mi sangre (de Rebeca Tabales) - 2


"(…) Renunciar a la propiedad del cuerpo, de la mente, que son las únicas propiedades con que todos los seres humanos contamos desde el nacimiento, es el primer destello del mal al fondo del precipicio. La primera llamada de la muerte.

Un día, en la noche de la infancia con su río tranquilo, con su luna romántica, entra el monstruo de la degeneración y es el lobo, el zombi, el vampiro; alguien abusa, alguien no siente, alguien traiciona. No hay forma de escapar. El camino se bifurca. Ya no hay una sola opción, uno ya nunca más es uno solo, bueno o malo; es muchos, cada vez más. Y mientras la personalidad se bifurca, las opciones se estrechan hasta que solo hay libertad o sumisión. El libre vomita –siempre costosamente– la corrupción del otro, se recupera y sigue su camino. La luna ya no es tan brillante, hay sangre en el agua, pero las pérdidas son asumibles, se puede dar un nombre a la cicatriz. El esclavo salta directamente desde su inocencia hasta el corazón podrido del otro, como desde un trampolín, salta por encima del crecimiento, de la esperanza, se entrega, por debilidad o por valentía, se arroja, por amor o por juego. Alberta saltó."

                        Sangre de mi sangre (Rebeca Tabales, Penguin Random House Grupo Editorial)

sábado, 11 de enero de 2020

oikumene 11 - el cañaveral a la vera del río

Nota: Todas las entradas de oikumene se pueden encontrar, en orden cronológico, aquí:
 
Memnón y Argelao, agazapados en un cañaveral a sotavento del rio, esperan hambrientos a que se acerque alguna presa desprevenida a beber agua. Mientras empuñan firmemente sus lanzas, Argelao recuerda un bello –al menos para él– poema de autor desconocido, que a menudo oía recitar a padre cuando, siendo pequeño, iban todos de excursión al estanque. Es curioso cómo el paso del tiempo devuelve a la memoria detalles que entonces pasaban desapercibos, pero que su alma debió retener, como las miradas cómplices que padre y madre intercambiaban, mientras el primero declamaba los versos teatralmente, sosteniendo con la siniestra una máscara improvisada hecha de mimbre.

El cañaveral a la vera del río.
Su cintura, la peineta,
y el olor de sus afeites.
Los hayedos frisando,
y el amuleto del minotauro.
Es el estanque perdido,
el sonido del cuerno.

El cazador acecha,
el que puso el arco en mi mano,
el asceta, y yo busco la presa.
No nos vemos, pero la siento.

El jabalí no pierde el tiempo.
No lo hay, para mirar en derredor.
La bestia enviste,
sus colmillos por delante.
Me ha dicho que venderá cara su piel.

El cazador acecha,
el que puso el cuchillo en mi mano,
el asceta, yo lo hundo en su garganta,
y brota la sangre caliente.