El chico humano, que cabalga los días
igual que puntea cuerdas con púa blanda.
Su sombra estéril, que sin embargo deja rastro
y arrastra momentos baldíos.
Quién tiene manos y puede contar,
cuántos hay que profieren gritos que no oye nadie.
Quién nos secuestró y no nos deja ser nosotros.
De todo, veo el vivo rapaz que hace monopolio
pero ni aun así encuentro un lugar.
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