En Erebor, la Grúa en tiempos lejanos fizo no
menos horribles maldades que su pariente mayor, el temido Dragón, y, sin duda,
ningún fidalgo deseare ver dicho engendro morando nuevamente en nuestros campos
y ciudades. Si mintiere al decir eso, a Eru ruego partiese con un rayo mi
gaznate, en tantos pedazos como orcos hubieren acampado a las puertas de
Gondor, en el legendario asalto de la Ciudadela.
Cuentan los viejos del lugar
que poseía la Grúa un único colmillo, de mithril, no menos, y, siendo sólo uno,
sin embargo con él causare innumerables calamidades. Así fuera el Dragón
apreciador de incendios, llamas y brasas buenos, la Grúa gustábase no en tanto
de diezmar carros y monturas; arrebatábalos sigilosa y vilmente con su colmillo
a aquellos incautos que dejábanlos desguarnecidos en no más tiempo que el que
demora un grillo en expirar, y devorábalos con tesón en su tenebrosa guarida,
el Depósito, si los hacendados no quisieren pagar el cuantioso rescate.
Corrompiose así, por obra y gracia suya, la sana convivencia en innumerables
plazas. Allá en el ocaso de la 2ª Era, la Grúa multiplicose allende la Tierra
Oscura por infausta cópula de Dragón y Urbano, guiados por la mano de Mordor,
cuyo afán recaudatorio jamás conociere de límites, y durante demasiados
desdichados decenios, moraron numerosos, esos engendros, asolando las vidas y
tierras de muchos y muy humildes gentiles.
Nota: todas las entradas del Bestiario de Tolkien aquí: https://joseirojas.blogspot.com/2024/06/bestiario-de-tolkien.html
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