pero arrópame, mercenaria de tez fúnebre,
que arrojas tierra a los ojos de tus guerras.
Nota: 3er premi del 13è Concurs de Poesia Curta de la UPC
Cuando se agota la pulsión,
cuentan los ancianos del lugar,
el polvo y los lloros se detienen,
los extraños mudan sus gestos,
y el tozal afila sus sombras.
Cuando se agota la pulsión,
cuentan los viejos del lugar,
los olivos se arremolinan
frente a los frisos mudos,
y arrecian abundantes viejas
y sangrantes rencillas.
Cuando se agota la pulsión,
cuentan los viejos del lugar,
las ramas se agitan por doquier,
el ser vivo sostiene el aliento
y el bosque entero ensaya
una horrible mueca de espanto.
Es entonces que,
según cuentan los ancianos del lugar,
los olivos hunden sus raíces
en las rocas del tozal,
y el crío con arrestos
sienten el crujir quedo
de sus feroces estocadas.
El techo abuhardillado,
los lugares donde residí.
Tuve varios amores
(si mal no recuerdo).
Ya nunca nada es nítido;
cuanto dejo atrás,
no tiene forma,
y sin embargo lo añoro.
Todo tiempo pasado
sólo es olvido,
y a pesar de ello,
siempre luce mejor.