Discurso de Miguel de Unamuno en la Universidad de Salamanca, ante las tropas fascistas:
http://historiageneral.com/2011/09/21/miguel-de-unamuno-y-su-polemico-discurso-en-salamanca/
“El 12 de Octubre [de 1936], aniversario del descubrimiento de América, “Día de la Raza, tuvo lugar un acto ceremonial en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca. La audiencia estaba integrada por notables del Movimiento (…) Carmen Polo, esposa de Franco, Pía y Deniel, obispo de Salamanca, el general Millán Astray, fundador del Tercio de Extranjeros (que llegó acompañado de sus legionarios), y Miguel de Unamuno, Rector de la Universidad. Unamuno, irritado contra los gobernantes de la República, había apoyado al principio el “alzamiento” que debía “salvar la civilización occidental, la civilización cristiana que se ve amenazada”, pero no podía pasar por alto la matanza que se había llevado a cabo en la ciudad bajo las órdenes del comandante Doval, (…) famoso como represor en Asturias, ni los asesinatos de sus amigos Casto Prieto, alcalde de Salamanca, Salvador Vila, catedrático de árabe y hebreo de la Universidad de Granada, o García Lorca. (…) el Prof. Francisco Maldonado lanzó una tremenda diatriba contra los nacionalismos catalán y vasco, “cánceres de la nación” que había de curar el implacable bisturí del fascismo. Al fondo de la sala alguien lanzó el grito legionario “¡Viva la muerte!” y el general Millán Astray, que parecía el auténtico espectro de la guerra, manco, tuerto y cubierto de cicatrices, dio los “¡vivas!” de rigor, mientras los falangistas saludaban a la romana hacia el retrato de Franco (…). El alboroto se desvaneció cuando Unamuno tomó la palabra:
“Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir. Porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso, por llamarlo de algún modo, del Prof. Maldonado. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo (…) nací en Bilbao. El obispo, lo quiera o no lo quiera, es catalán nacido en Barcelona.”
Pía y Deniel se removió a disgusto por la alusión de Unamuno a su lugar de origen, que era casi en sí mismo una implicación de deslealtad a la cruzada nacional. (…) Unamuno prosiguió:
“Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito “¡Viva la muerte!”. Y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de que no las comprendían, he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes, pero, desgraciadamente, en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta pensar que el general Millán Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor.”
(…) Millán Astray ya no pudo contener su ira por más tiempo. “¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!” gritó a pleno pulmón. Falangistas y militares echaron mano a sus pistolas y hasta el escolta del general apuntó su subfusil a la cabeza de Unamuno, lo que no impidió que éste terminara su intervención en tono desafiante:
“Este es el templo de la inteligencia. Y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado reciento. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir. Y para persuadir necesitaríais algo que os falta: razón y derecho de lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España.”
Hizo una pausa y dejando caer, sin fuerza, los brazos, concluyó en tono resignado: “He dicho”. Se dice que la presencia de Carmen Polo le libró de ser asesinado allí mismo, y que cuando Franco se enteró de lo que había sucedido lamentó que no hubiese sido así. Seguramente los nacionales no asesinaron a Unamuno por la fama internacional del filósofo y por la reacción que había causado ya en el exterior el asesinato de García Lorca. Pero Unamuno, destituido como rector y confinado en su domicilio, murió el día de fin de año consternado y tachado de “rojo” y traidor por aquellos a quienes él había creído amigos”.
otras notas sobre la Guerra Civil española:
https://joseirojas.blogspot.com/2022/05/the-battle-for-spain-antony-beevor-1.html
https://joseirojas.blogspot.com/2022/05/the-battle-for-spain-antony-beevor-2.html
https://joseirojas.blogspot.com/2022/05/the-battle-for-spain-antony-beevor-4.html
The Battle for Spain (Antony Beevor)
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