martes, 31 de mayo de 2022

Siete días en Nueva Creta (Robert Graves) - 1 - sólo soy poeta en ocasiones

“Sólo soy poeta en ocasiones, como creo que ocurre siempre con todo poeta; rara vez estamos sobre la cresta de una ola, y por mucha retórica que utilicemos o por mucho que nos esforcemos en nadar, no podemos permanecer allí más que un breve momento”.

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“Este poema, que tenía por intención prevenir a los neo-cretenses contra la civilización burocrática, les impresionó tanto que sus consejos cobraron la fuerza de la costumbre. Se detuvo la manufactura del papel y del pergamino casi al instante –el papel ya no se utilizó ni para envolver ni para usos de toilette– y a partir de entonces todo dato de verdadera importancia se grababa en tablas de oro o de plata. Para lo demás utilizaban pizarras, tablero de arcillas, tarjas y sus memorias; pero principalmente sus memorias.

– ¡Verdadera importancia! –exclamé–. Hace tiempo que pienso que sería una bendición reducir el cuerpo del saber a unas proporciones manejables. Cuatro siglos antes de mi época [es decir, 400 años antes de 1950] una persona de inteligencia e industria poco corrientes podía lograr estar bien educada en todas las materias del saber entonces disponibles. La iglesia siempre había limitado y coordinado los conocimientos humanos; pero cuando la autoridad papal fue despreciada en Alemania e  Inglaterra, estas materias crecieron en número y en complejidad hasta que pronto nadie podía aspirar a más que una conocimiento superficial de alguna de ellas, y quizás a un conocimiento especializado de una sola. Esto, claro está, llevó a la desunión intelectual; no sé si se dará cuenta usted de lo mucho que sufre mi época por el desarrollo sin relación entre sí y a veces contradictorio de temas como, por ejemplo, biología, física, estética, filosofía, teología y económicas. Esto a su vez llevó a la desunión moral, a la intranquilidad social, a guerras civiles y guerras comerciales que gradualmente crecieron en sangre y horror. Muchas veces he pensado que si se pudiesen preservar los datos esenciales de cada materia, desechando lo demás, podría volver a ser posible que la gente estuviera bien educada, y que desaparecieran las contradicciones entre materias, y que se restableciera la paz internacional.

– ¿Por qué no ocurrió?

– (…) Para empezar, cada especialista sería leal a su propia rama del saber e insistiría en que cada pequeñísima parte era de una importancia vital, y que prácticamente nada podía desecharse. Discutirían amargamente, como lo hacen los profesores auxiliares en un colegio privado cuando el director les dice que ha decidido simplificar el programa de estudios como consecuencia  de las protestas de los padres de que estaban haciendo trabajar demasiado a sus chicos. (…) De modo que en sus esfuerzos competitivos por llenar cada campo de una manera digna hincharían el cuerpo del saber en lugar de deshincharlo. (…) Pero si se encomendase el trabajo de desinflar las materias a un comité de simples conocedores superficiales, hombres que no se inclinasen en favor de ninguna materia en particular, no tendrían la menor idea de dónde clavar la aguja ni cómo recoger luego los cabos sueltos. ¿Cómo solucionó su gente este problema?”

 
 
Vancouver, British Columbia, Canada (2008)
 

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