lunes, 11 de enero de 2021

era una persona mayor, inmóvil en el banco

Ese deporte de riesgo que es darse tiempo para contemplar cómo la realidad desfila ante uno mismo. Los uniformes deshilachados, las legañas en los ojos… Pero los podrás reconocer por su media sonrisa. Ven sin mirar. Destruidos. Abatidos por la cultura de la inmediatez. Y entre ellos, yo el primero. Las palabras las podemos gastar, se las puede llevar el viento, o las puede engullir el barullo ensordecedor que nos rodea. Pero a nosotros no.

El otro día era una persona mayor, inmóvil en el banco, tostándome medio adormecida en ese dulce baño de sol otoñal, mientras escuchaba el sonido de la vida que se apaga. Oculta la mirada vidriosa tras el paraguas plegado, y fijando la atención en los que pasaban con andar apresurado. La tierra llora en su rostro la ignorancia de los hijos que le volvieron la espalda; inspira hondo, y espolea a su caballo lejos de la tontería de los hombres.” ¿Dónde fue que había visto esas frases antes? Tengo la sensación que, de ser así, es decir, de haberlas leído, no serían así en realidad. Estoy seguro que sobre el papel habrían sido diferentes, y por un motivo que no alcanzo a comprender, las he querido recordar de un modo distinto. Es evidente que lo que a veces se nos presenta con certeza nítida y rotunda, no es nítido ni rotundo en absoluto.

Y, sino, siempre nos quedará el Pastís. Quiero decir, siempre nos quedará ese recurso que tú sabes ;-). Porque después ya sólo están las extremidades; esperar que, actuando completamente por iniciativa propia y de forma autónoma e independiente, acierten a anticipar (y a corregir) a tiempo las acciones estúpidas y despóticas que al cerebro le pueda dar por ordenarles sin calibrar las consecuencias, como hacerme volver a meter los dedos en el enchufe, tropezar en el callejón para romperme alguna costilla contra el bordillo de la acera, caer (bueno, más bien, dejar que me empujen) por la larga escalera al salir de ese antro, recibir una paliza por parte de un desconocido, o mandar un sms a una ex, una madrugada volviendo a casa de borrachera. Que alguien me diga qué pone en las secciones “Cómo derrocar al despotismo ilustrado” o “Qué hacer cuando el órgano al mando toma decisiones estúpidas” del manual de instrucciones “Democracia para Dummies”.


Tacheles, Berlin, Germany (2005)


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