Sombrero de fieltro
raído, plumas y largos cabellos blancos y lacios.
El viejo Anasazi agudiza su mirada con pose enérgica y
respiración sostenida.
La tierra llora en su
rostro la ignorancia de los hijos que le volvieron la espalda.
Inspira hondo y espolea
a su caballo lejos de la tontería de los hombres.
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