El vino rancio y
pegajoso no quiere abandonar sus pulmones.
No puede distinguir qué
le causa mayor dolor en su cabeza,
si la falta de sueño o
la deshidratación por la noche de alcohol en vena.
La mañana se detiene e
inicia la marcha atrás.
Quiere que sus ganas de
vivir ese día pasen delante.
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