(…) en 1993, llegué (…) con un de los primeros módems, un aparato tosco para conectar su ordenador al incipiente internet. “Esto es algo revolucionario”, me dijo mi padre. Mientras intentaba conectarse a un lentísimo proveedor griego de internet, me hizo la difícil pregunta que acabó inspirando este libro: “Ahora que los ordenadores hablan entre sí, ¿conseguirá esta red que el capitalismo sea imposible de derrocar? ¿O bien revelará por fin su talón de Aquiles?”
Ocupado (…) no saqué tiempo para responder (…) Cuando por fin decidí que ya tenía una respuesta, él ya tenía 95 años y le costaba seguir mis reflexiones.
(…) Al final, papé, ése fue el talón de Aquiles del capitalismo: las tecnologías digitales en red que el propio capitalismo había generado se volvieron contra él. ¿El resultado? Ahora la humanidad está controlada por algo que solo se me ocurre describir como una forma tecnológicamente avanzada de feudalismo. Un tecno-feudalismo que, sin duda, no es lo que habíamos esperado que substituyera al capitalismo.
Imagino que estarás desconcertado, papá. Dondequiera que miremos ahora, el capital triunfa. Por todas partes surgen nuevos monumentos a su poder (…) Mientras, quienes carecen de capital se hunden cada vez más en la precariedad y nuestras democracias se arrodillan antes los deseos del capital. ¿Cómo me atrevo entonces a imaginar siquiera que el capitalismo va a desaparecer pronto; que está siendo reemplazado? ¿He olvidado acaso que nada fortalece más al capitalismo que la ilusión de que está evolucionando y convirtiéndose en algo nuevo: una economía mixta, un estado del bienestar una aldea global?
Tecno-feudalismo – El sigiloso sucesor del capitalismo (Yanis Varoufakis)