En contra de lo que
nos dice la academia y la autoridad, la extensión y el endemismo del fracaso
escolar no es un problema para el sistema (…). “El declive de la inteligencia crítica y del sentido de la lengua –la ignorancia, según [Jean-Claude] Michéa–,
lejos de ser efecto de una disfunción lamentable de nuestra sociedad, se ha
convertido, por el contrario, en una condición necesaria para su propia expansión”.
El fracaso escolar es el objetivo indisimulado del propio sistema educativo
(…). El sistema no quiere brutos, solamente alumnos que salgan cívicos y
empleables. Que den el pego pero que no sean estomagantes. Que piensen pero que
no cuestionen. Que sepan, en definitiva, “lo que tienen que hacer”. “Saber
ser”, como leíamos arriba.
Y lo que es más
sorprendente, el cuerpo docente adopta también del entertainment para fidelizar a la audiencia. Michéa destaca términos
como las “actividades de valores o transversales”, las “salidas pedagógicas” o
los “foros de discusión”, versiones infantiles de los programas de debate
televisivos: “La escuela se convertirá en un espacio democrático y alegre”. Edutainment: aprender divirtiéndose. Y
con el aprender divirtiéndose se inicia al niño de la teta post-productiva. El
entretenimiento será su hogar, su trabajo y su paisaje el resto de la vida. (…)
la parte sustantiva es el esparcimiento, lo divertido, mientras que lo demás es
accesorio. (…) Philippe Meirieu, director del Institut National de Recherche
Pédagogique, convirtió al maestro en «proveedor de ocasiones» o, lo que es lo
mismo, en la primera empresa de servicios de tu vida.
Se trata, en
resumen, de una falsa educación. Es una preocupación banal y exhibicionista por
una formación centrada en los aspectos más absurdos de la vida, eludiendo,
claro está, el temario conflictivo o sustancial. Algo que volvemos a encontrar
en el mundo adulto (…).
Las materias
sólidas (filosofía, lenguas clásicas, retórica, matemáticas) se dejan a un lado y se apuesta por los conocimientos prácticos (…). Estamos ante un simulacro de formación técnica que obviamente no amenazará a la élite. (…) “La Comisión Europea estima
que las competencias técnicas de nivel medio tienen una vida aproximada de 10
años (…)”.
Claude Allègre,
polémico ministro de educación del gabinete de Lionel Jospin, fue claro al
explicar el interés de los políticos por la educación: “La escuela es el más grande
mercado del siglo XXI”.
En El País del 26 de junio de 2006, Eduardo
Mendoza (…) escribió una columna titulada “Destrozos”, en la que resumía el
asunto: “Hay un proyecto, quizá inconsciente, de manufacturar ciudadanos que no
sean malos, pero sí tontos”.”
Posteconomía
(Antonio Baños Boncompain)
Y bastante relacionado: "(...) Había una norma muy reveladora: los esclavos debían seguir siendo analfabetos. En el sur de antes de la guerra, los blancos que enseñaban a leer a un esclavo recibían un castigo severo. "[Para] tener contento a un esclavo —escribió Bailey más adelante— es necesario que no piense. Es necesario oscurecer su visión moral y mental y, siempre que sea posible, aniquilar el poder de la razón". Este es el motivo por el que los esclavistas deben controlar lo que oyen, ven y piensan los esclavos. Este es el motivo por el que la lectura y el pensamiento crítico son peligrosos, ciertamente subversivos, en una sociedad injusta".
Sobre el dominio al que somete la cultura (Carl Sagan)
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