Ese
deporte de riesgo que es darse tiempo para contemplar cómo la realidad desfila
ante uno mismo. Los uniformes deshilachados, las legañas en los ojos… Pero los podrás
reconocer por su media sonrisa. Ven sin mirar. Destruidos. Abatidos por la cultura de la inmediatez. Y entre ellos, yo el primero. Las palabras las podemos gastar, se las puede llevar el viento, o las puede engullir el barullo
ensordecedor que nos rodea. Pero a nosotros no.
El otro día era una
persona mayor, inmóvil en el banco, tostándome medio adormecida en ese dulce
baño de sol otoñal, mientras escuchaba el sonido de la vida que se apaga. Oculta
la mirada vidriosa tras el paraguas plegado, y fijando la atención en los que
pasaban con andar apresurado. “La
tierra llora en su rostro la ignorancia de los hijos que le volvieron la
espalda; inspira hondo, y espolea a su caballo lejos de la tontería de los hombres.” ¿Dónde fue que había visto esas frases antes? Tengo
la sensación que, de ser así, es decir, de haberlas leído, no serían así en
realidad. Estoy seguro que sobre el papel habrían sido diferentes, y por un
motivo que no alcanzo a comprender, las he querido recordar de un modo
distinto. Es evidente que lo que a veces se nos presenta con certeza nítida y
rotunda, no es nítido ni rotundo en absoluto.
Y, sino, siempre nos quedará el Pastís. Quiero
decir, siempre nos quedará ese recurso que tú sabes ;-). Porque después ya sólo están las extremidades; esperar que, actuando completamente por
iniciativa propia y de forma autónoma e independiente, acierten a anticipar (y
a corregir) a tiempo las acciones estúpidas y despóticas que al cerebro le pueda dar por ordenarles sin calibrar las consecuencias, como hacerme volver a
meter los dedos en el enchufe, tropezar en el callejón para romperme alguna
costilla contra el bordillo de la acera, caer (bueno, más bien, dejar que me empujen)
por la larga escalera al salir de ese antro, recibir una paliza por parte de un
desconocido, o mandar un sms a una ex, una madrugada volviendo a casa de
borrachera. Que alguien me diga qué pone en las secciones “Cómo derrocar al
despotismo ilustrado” o “Qué hacer cuando el órgano al mando toma decisiones
estúpidas” del manual de instrucciones “Democracia para Dummies”.
Tacheles, Berlin, Germany (2005)