Entrevista a Tere Maldonado en El Salto diario: https://www.elsaltodiario.com/educacion/maldonado-psoe-introdujo-anos-90-exigencias-ocde-del-banco-mundial-educacion
Relacionado con otras entradas muy interesantes de un libro imprescindible: La utilidad de lo inútil, de Nuccio Ordine:
1) https://joseirojas.blogspot.com/2024/05/herzen-los-mercaderes-sin-tiempo.html;
2) https://joseirojas.blogspot.com/2024/05/la-universidad-empresa-y-los.html
Antes, la innovación educativa
estaba relacionada con una pedagogía participativa, más experimental e incluso libertaria...
Fueron gentes de la izquierda quienes trajeron lo que entonces se llamaba
renovación pedagógica (luego “innovación pedagógica”). A día de hoy, la
innovación educativa es una invención al servicio de las necesidades del
capital: innovar constantemente para seguir vendiendo productos y creando
necesidades; responde a las necesidades del capital, el neoliberalismo que
abarca una amplia gama de temas, desde la libertad, adultocentrismo,
el giro
emocional, lo público
y lo privado, o
la igualdad y la diferencia. Se presenta como una exigencia
progresista (porque identifica innovar con progresar) y como herramienta
para acabar con una supuesta educación conservadora, retrógrada
o atrasada, que
reproduce las desigualdades. Pero la quimera de una innovación perpetua, que
nos conduciría a utopías educativas y a una transformación profunda de la
sociedad, es un anzuelo en el que lleva picando muchísima desde que apareció la
Escuela Nueva; si rascas un poco, ves que responde a las necesidades del capital
en su fase actual de ultraneoliberalismo, no a un sistema de valores
progresista o liberador. Empecé hace 25 o 30 años. Ha cambiado mucho, y a
muchísimo peor.
LA LOGSE … metió ya el virus del
neoliberalismo en la educación, con las necesidades y exigencias, a veces
explícitas, de la OCDE y del Banco Mundial… cada día veo más claro que lo que
se ha hecho con el sistema educativo público es un desastre... Se insiste
sistemáticamente en el cómo se enseña y no en el qué se enseña… el cómo enseñar
siempre está supeditado a qué es lo que hay que enseñar, en qué contexto, a qué
gente… Hay más componentes a la hora de decidir una metodología, pero el método
siempre está al servicio del qué, de aquello que se quiere transmitir. El aprendizaje
por proyectos, p.ej., es una forma de alimentar esa necesidad de seguir
teniendo un público y unos productos que vender. Y a quienes denunciamos
esta operación de marketing y de humo nos descalifican como retrógrados… lo
nuevo no tiene por qué ser mejor… se ha desatado una crítica desaforada
a la memoria. Es cierto que no tiene sentido aprender de memoria cosas que
hay que entender, pero siempre sacan la lista de los reyes godos. ¡No conozco a
nadie que la haya estudiado! Hay contenidos que no sirve de nada memorizar y repetir
como un lorito, pero eso ha llevado a descalificar sistemáticamente la
memoria y a olvidar que es una capacidad necesaria como apoyo de la
inteligencia... Algo similar ocurre con la
tecnología que se ha introducido en las aulas: se está viendo que es un desastre leer sistemáticamente
en pantallas y cada día aparecen estudios que demuestran lo conveniente que es
escribir a mano sobre papel y leer en papel. Se llegan a decir barbaridades
como que el conocimiento está en Internet, que el profesor ya no tiene que
enseñar nada y que no se trata de aprender cosas que están en la web, sino
habilidades, las famosas competencias. Eso es una estafa que parte de una
confusión elemental entre información y conocimiento. Da igual que las cosas estén en Internet: hay
información y desinformación, fake news, bulos. ¿Cuál es la única manera de
distinguirlos? Tener un criterio propio, que solo puede ser producto de un
proceso de aprendizaje en condiciones. Los revolucionarios franceses
inventaron esa gran idea de una educación reglada, obligatoria y gratuita.
Obligatoria para todo el mundo, para sacar a los niños de las fábricas y
garantizar un mínimo de igualdad para que pudiera existir una democracia
mínimamente decente.
Hay un tesoro cultural elaborado
durante siglos por grandes autores y autoras… Hurtar a la población, sobre todo a las
clases trabajadoras, el acceso a ese tesoro que es el conocimiento de la
humanidad es como robarle la vivienda. A veces preguntan: “¿Para qué
sirve que un electricista o que una empleada de hogar conozca La Odisea?”.
¿Perdona? ¿Para qué sirve? ¿De verdad es mejor que solo sepan lo que tiene que
ver con su propio trabajo? Este planteamiento pedagogista, innovador y muy
utilitarista se pregunta para qué le sirve el conocimiento a un obrero.
Pues para disfrutar de la vida.
El pensamiento crítico, si no queremos que sea un bluff como la educación emocional y
otras bombas de humo, solo puede salir de un conocimiento profundo de la
realidad humana. Y ese conocimiento profundo está rodeado de un montón
de disciplinas y ramas del saber, que es lo que hasta ahora venían siendo
las asignaturas (historia, literatura, ciencias, etc.). No se puede robar el
acceso a ese grandísimo tesoro a las clases trabajadoras... Y todo esto se
cruza con el psicologicismo y el emotivismo rampante que plantea que los
niños y niñas tienen que ser felices por encima de aprender cosas. Eso
desvirtúa y vacía a la escuela de su cometido. Para las clases
dominantes es una bagatela, pero para las clases trabajadoras es un robo a mano
armada. Parece que aprobar a todo el mundo aunque no sepa hacer la “o” con
un canuto es algo bueno porque estamos siendo inclusivos. Es una estafa. El
problema es que eso ha dado el salto a la escuela pública y se está
introduciendo en la formación del profesorado y en las metodologías que nos
obligan a poner en marcha. Si no lo paramos, asistiremos a un verdadero
desastre.
La educación, con la excusa de
la digitalización, se ha convertido en una autopista de traspaso de fondos
públicos al sector privado. Es un escándalo sin precedentes y se está
investigando demasiado poco para saber de qué cantidades hablamos. En esa
idea de estar al servicio del neoliberalismo, ¿las innovaciones pedagógicas
están dirigidas a preparar a los niños y niñas para su futuro laboral? El
énfasis en las metodologías y en las competencias, más que en los contenidos,
responde a esa necesidad. De hecho, se habla de “perfil de salida”, algo que me
parece una barbaridad. Estamos hablando casi de manipulación social: queremos
un tipo de personas funcionales a este sistema económico-social en el que
malvivimos. Están haciendo una operación de ingeniería social metiéndose en el
diseño de los programas curriculares. Lo están haciendo las grandes
empresas, el gran capital, con la colaboración de lo que yo llamo pedagogistas,
de todos los lobbies de pedagogía, de renovación y de innovación educativa.
Hay que recuperar cosas como la importancia de
los contenidos. La formación del profesorado tiene que centrarse en las
materias que imparte, en la sabiduría acumulada por los y las docentes con más
años de experiencia, y en recuperar la didáctica de las asignaturas. Hay que
reconocer el trabajo del profesorado y no ponerle obstáculos; hay que
desburocratizar… hay toneladas de trabajo absolutamente estéril. Hay que
recuperar la idea de que el estudio es algo serio; muy gratificante, sí, pero
no de manera inmediata: no es un like
que te da un subidón... donde se muestre al alumnado que existen otras lógicas que no responden
a la obtención del máximo beneficio. Y echo mucho de menos el respeto por la tarea
del profesorado: en un contexto de griterío en redes sociales, nuestro trabajo
se ve muy cuestionado y muy poco investido de autoritas, de autoridad para poder hablar de un tema que
controlas.

Institut National Supérieur des Arts et de l'Action Culturelle (INSAAC), Cocody, Abidjan, Côte d'Ivoire (2017)