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¿Que qué es lo que más recuerdo de aquellos días? Principalmente... el
aburrimiento... Un aburrimiento cansino, embrutecedor... que a duras penas
lograba mitigar pescando… o con las breves partidas de dados (la marinería no
disponía de mucho tiempo libre) … También mi padre… siempre en silencio,
dándome la espalda… ahora escudriñando el horizonte… o con la mirada fija en la
proa del gauloi [1], como si nada importase más que romper la
siguiente ola...
Sí... cierto... algunas cosas buenas... El olor a sal marina... Sentir el rocío de las crestas espumosas en la cara... Alguna gaviota despistada de tanto
en tanto... La oportunidad de aprender algunos rudimentos de fenicio… Me
resultaba especialmente graciosa una cancioncilla que los hijos de Biblos [2]
habían inventado para burlarse del Rey de Reyes:
Mengua tu trono, rey,
y no te das cuenta.
Menguan tus fieles
también, rey,
a quienes tus ínfulas
cada vez más soliviantan.
Mengua tu discurso, rey,
errante y henchido de
arrogancia.
Y no lo quieres ver,
mas menguas tú también,
rey menguante.
mengua el trono tuyo, Rey (inscripción en fenicio del siglo VIII a IV a.C.)
Pero, principalmente, recuerdo el aburrimiento... ¡y los estragos que
hacía!… debe creerme usted, pues animaba a la mente a divagar… ¿sería que me
había embarcado en esta aventura sólo para no decepcionar a mi padre? ¿Para que
él no muriese solo, en un lugar perdido de Bactriana [3]…
habiéndome olvidado… enfrascado en una búsqueda loca y fútil de su primogénito,
su hijo predilecto? ¿De veras me había embarcado simple y llanamente por amor a
mi hermano? ¿Por una voluntad sincera de encontrarlo?
Y conforme arribábamos a la tierra de los fenicios, la proa siempre a
levante, estas dudas mías no amainaban, me carcomían, y minaban mi moral. Padre
parecía no percatarse de nada, o, cuanto menos, eso es lo que aparentaba, los
pensamientos perpetuamente nublados, la mirada siempre puesta en el mar, dándome
la espalda… Impensable lograr que lo reconociese –es como intentar llevar un buey al gimnasio [4]–, pero, ¿se estaría arrepintiendo de
haberme traído?
[1] Embarcaciones fenicias con el casco con forma ancha y redonda (la manga
de estos navíos era equivalente a la cuarta parte de su eslora). Los griegos las llamaban gaulós
o gauloi (bañera), a causa de la redondez de su casco, gracias a la cual tenían una amplia
capacidad de carga. También había los navíos llamados hipoi, con un caballo en el mascarón de
proa.
[2] Nombre con el que los griegos llamaban a la ciudad fenicia de Gebal/G'Bail, en el actual Líbano, que proviene
de su intenso comercio de papiro, en especial, dirigido hacia Egipto.
[3] Bactriana era una de las provincias en los confines más orientales de los dominios del Imperio
Persa Aqueménida.
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