La fobia alaburrimiento, esos malditos tiempos muertos, la soledad consigo mismo, vigilante, no sea que él fuese a escapar, devoran ellos sus entrañas, y apenas logra pensar. El ir pasando las fotografías viejas, un denso baúl lleno de rémoras, papeles, cintas, llaveros, y cadenas. La viva nostalgia, la música ensordecedora, los recuerdos que una mente manipuladora pretende endulzar; las rancias parcas amargas, esas vivencias que no se repetirán, las grúas y torres que cizallan mi cielo que llora, y él que lo anticipa, pero necesita dejarse engañar.
Fueron los dioses, los gigantes de hielo, quienes pusieron ante mí la soga, el rumor grave, herrumbre y cadenas, las vibraciones que deshacen las juntas de los huesos en mi interior. En el barco, en la noche cerrada, mis estrellas que nos lloran, me agarra su mano templada. El verde, las torres, y el hierro, las garzas que cizallan mi cielo que llora, y él que lo anticipa, pero necesita dejarse engañar. ¡Ah, yo os deploro, que me embarcasteis en esta insufrible tiranía, que cada momento deba ser perfecto, como si fuese el único, el último y el primero!
manzana, Madrid (1999)
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