El niño eternamente en cuclillas frente a la estatua
de cobre de Antoni Gaudí, que tiene los brazos y facciones desplegados en
actitud de desesperación del que no logra comprender lo que está sucediendo. Ya
cuando, largo tiempo mediante, abandona su intención de esperar hasta que la
estatua verbalice qué es lo que está mal, y se incorpora para iniciar la
marcha, la mandíbula de Gaudí tintinea, e interpela al niño “¡Dime! ¿Cómo es
posible que todavía no hayan terminado la que es mi obra cumbre? ¿Acaso no
comprendieron el significado de mi sacrificio?”. Y el muchacho, que detuvo su
movimiento en seco, responde tras una breve pausa “No sé. ¿Tal vez se
consideran indignos de ese honor?”. Gaudí, todavía enfurruñado, reflexiona
sobre lo que ha dicho el chico, mientras vuelve a sumirse en su profundo sueño
metálico.
carrer Jordi Girona, Barcelona, Catalunya (imagen cortersía de mapio)
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