Te saludo, vacío,
mi viejo enemigo.
Cabalgas de nuevo
tras mis huellas.
Puedo sentirte
sosteniendo el aliento.
Contigo, el hechicero,
queriendo anticipar
mi siguiente paso,
para poner allí la bala.
Mi propio Anasazi,
(pues, sin mí, no se puede
comprender tu existencia),
que, para perseguirme
en esa huida hacia delante,
abandonaste las colinas áridas,
las casas en los cañones,
y hasta tus vástagos y tu familia
(pues, sin mí, no se puede
comprender tu existencia).
Pero es tal la amenaza que,
donde quiera que me encamine,
insúflame un vértigo paralizante.
Así pues, mi viejo enemigo,
lo cierto, muy a tu pesar,
es que nunca daré ese paso;
el que me ponga en el lugar
a donde disparaste la bala.
mi viejo enemigo.
Cabalgas de nuevo
tras mis huellas.
Puedo sentirte
sosteniendo el aliento.
Contigo, el hechicero,
queriendo anticipar
mi siguiente paso,
para poner allí la bala.
Mi propio Anasazi,
(pues, sin mí, no se puede
comprender tu existencia),
que, para perseguirme
en esa huida hacia delante,
abandonaste las colinas áridas,
las casas en los cañones,
y hasta tus vástagos y tu familia
(pues, sin mí, no se puede
comprender tu existencia).
Pero es tal la amenaza que,
donde quiera que me encamine,
insúflame un vértigo paralizante.
Así pues, mi viejo enemigo,
lo cierto, muy a tu pesar,
es que nunca daré ese paso;
el que me ponga en el lugar
a donde disparaste la bala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario