Las paredes se abalanzan sobre él,
tumbado en el suelo de su habitación,
todo es blanco, a semejanza de un manicomio.
El techo a muchas millas, como su cordura,
puesta en fuga por esas cuatro malditas palabras,
en una dirección en la que no hay controles de carretera.
en una dirección en la que no hay controles de carretera.
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