viernes, 6 de noviembre de 2015

“Tiene que fluir. Si no, no vale.”

“Tiene que fluir. Si no, no vale.” ¡Hay que joderse! Así que ahora no sólo basta con hacerlo bien, sino que además hay que hacerlo rápido y maltratando las teclas. Los recuerdos que se me quieren aparecer no saben hacer cola, como los habitantes de Beijing, y les falta la paciencia necesaria para esperar a que encuentre las palabras más acertadas para plasmarlos. ¿Pero qué culpa tengo yo de que no fluyan?

Las raíces del árbol se abren paso bajo el firme a furiosos empellones, a la caza del transeúnte despistado para hacerlo tropezar. Y ese día fui yo la víctima, ensimismado en los escritos que iba intentando generar en mi mente mientras me desplazaba de qué-se-yo a yo-qué-sé-dónde. El que inventó lo de tener un mal día no pensó la putada que estaba haciendo a la humanidad que estaba por venir.

Pero el veneno resultó ser perecedero, efímero en vena, si se quiere, para disgusto del escorpión. Y de rebote me dio la idea. Con la música, mi mejor amiga, ese cierzo que nos empuja por la espalda, las zapatillas flotaban sobre el asfalto incandescente, y no veía el momento de llegar a casa; la demora como el aguijón punzándome infinitas veces.

"Así soy, el que duerme sobre un lecho de naranjas. De tanto en tanto cojo algunas, gravo marcas en sus cáscaras y las suelto rodando al mundo, a ver si vuelven a mí, y cómo."
 

somewhere in Beijing, China (2007)
 

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