Vista posada en la pared índigo y verde.
El aliento resinoso del muchacho en su oreja.
Una mano que no se atreve a apoyar con firmeza en su espalda,
pero que detiene el fino vestido de lino,
alejándose de su piel empujado por el bello erizado.
Una vibración se ha instalado en los labios de ambos, y sus pasos son torpes.
El aliento resinoso del muchacho en su oreja.
Una mano que no se atreve a apoyar con firmeza en su espalda,
pero que detiene el fino vestido de lino,
alejándose de su piel empujado por el bello erizado.
Una vibración se ha instalado en los labios de ambos, y sus pasos son torpes.
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