La abrumadora presencia policial en los medios de comunicación está mayoritariamente vinculada con delitos que protagonizan los sectores más pauperizados de la población, como el ataque a la propiedad privada o el consumo de drogas. Pareciera, escuchando a las autoridades policiales por medio de sus portavoces periodistas, que el saqueo de riqueza al que se ha sometido al mundo es obra de quienes roban carteras en la plaza de la ciudad, quienes estrellan un coche contra un escaparate (…). Al contrario, a pesar de que la ingeniería financiera de grandes empresas y empresarios (que es una manera fina de decir trampas para acumular riqueza) supone un robo de montante mayor y bastante frecuente, los sucesos [de la prensa] no se llenan de este tipo de delincuencia. Como consecuencia, no se hinchan las venas de los tertulianos ni de los voceros policiales pidiendo medidas drásticas, cárcel sin demora, o expulsión del país para el empresario no nacido aquí. Eso se deja para los pobres. (…).
El ejemplo que más claro nos puede hacer ver esto es la insistencia a lo largo de los años 2020 y 2021 de la peligrosidad de las bandas de okupas. Los gabinetes de comunicación policial han volcado sus informaciones sobre este hecho en los medios, que las han transmitido como si se tratase de una plaga milenarista, como si en cada calle hubiera una agencia de okupación tomando nota de los horarios del vecindario para asaltar domicilios en cuanto alguien tarde más de la cuenta en volver de sacar al perro. Además, se han resaltado sistemáticamente problemas de convivencia con esos desalmados okupas, que agreden a vecinos, mantienen comportamientos incívicos y se tirotean entre ellos día sí y día no. (…). Esto ha acabado poniendo el foco en un problema minoritario (que no significa que a quien le afecte no le parezca muy grave), que además ha sido convenientemente manipulado por sectores interesados en el mercado inmobiliario. Al realizar las estadísticas se mezclan allanamientos (que es la entrada en viviendas habituales) con usurpaciones (que es el uso de viviendas o edificios sin uso); viviendas particulares con redes de pisos de propiedad bancaria o de fondos de inversión; okupaciones sin conflicto alguno (ampliamente mayoritarias) con otras conflictivas; okupaciones que suponen quedarse en una casa que un banco quiere desalojar, con otras que no tienen nada que ver… Al final, la idea que se quiere transmitir es obvia: el problema de la vivienda es la okupación. El problema no es que haya gente sin vivienda, sino que entidades que las acumulan puedan ver okupada una de ellas. No es, desde luego, la especulación del suelo, ni los desalojos a manos de bancos que implican quedarse sin vivienda pero con una deuda acumulada, ni el desembarco masivo de fondos de inversión que ha convertido zonas de las ciudades en hostales clandestinos para turistas, aumentado el precio de los alquileres. Nada de eso. Que existan más de 3 millones de viviendas vacías y, sin embargo, las posibilidades de pagar un alquiler con un solo salario sean escasas, no es un problema de justicia. El problema es el miedo que genera a la clase media la existencia de delitos que le pueden afectar. De delitos que no protagonicen los ricos, claro. Ese es el concepto de justicia clasista. Esperamos todavía ver a un portavoz de la Policía Nacional salir a dar una rueda de prensa diciendo: “Se ha detenido a un peligroso fondo buitre que realizaba lanzamientos de personas de edad avanzada, usando el procedimiento ilícito de la usura. En su poder se han encontrado diferentes manuales jurídicos para evitar sanciones, así como discos duros en los que almacenaban información sobre sus víctimas y planes para extender su actividad a diferentes ciudades”. (…)
Tiene razón el que ya es un lugar común que dice que es más probable que nos afecten depresiones económicas, pobreza, problemas de salud, de acceso a la educación o de precariedad laboral y vital que el hecho de que nos okupen la casa. Es más probable que nos repongamos de un atraco callejero que del paro de larga duración más allá de los 50 años. Es muchísimo más probable que una empresa telefónica o un banco nos engañe, que el hecho de que unos menores venidos desde centenares de kilómetros nos falten al respeto o nos roben el bolso. No quiere decir que no sea posible que nos suceda lo segundo, sino que poner el foco en ello, obviando lo primero, es característico de una concepción social que favorece a quienes ya sabemos. En 2019 se produjeron, según esa estadística mezclada de la que hablábamos, menos de 15.000 okupaciones. El mismo año sucedieron más de 1.300.000 accidentes laborales, de los cuales 600.000 implicaron la imposibilidad de ir a trabajar en días sucesivos (la media de días de baja fue de un mes) y casi 700 acabaron en muerte. De lo primero tenemos cumplida información. De lo segundo no. Será por algo.
La policía - Un análisis crítico (Colectivo La Plebe)
La falsa alarma de las okupaciones: https://www.eldiario.es/politica/falsa-alarma-okupaciones-ley-garantiza-desalojo-expres-allanamientos-residencia-habitual-segunda-vivienda_1_6187271.html?utm_source=adelanto&utm_medium=email&utm_content=Socio&utm_campaign=08/28/2020-adelanto&goal=0_10e11ebad6-e5d80e9889-60652461&mc_cid=e5d80e9889&mc_eid=18211e1ba3
Se puede echar a un okupa de manera immediata: https://www.eldiario.es/extremadura/sociedad/juez-decano-caceres-da-igual-pasen-48-horas-40-dias-200-echar-okupa-manera-inmediata_1_9611627.html?fbclid=IwAR2F5in7j_ns1vTpWJu4dp-9qFj7b0fCMCYU9fS5383Ly5zqFr0fgk6ZBzc
Hay una alarma infundada entorno a las okupaciones: https://www.eldiario.es/catalunya/diego-alvarez-juez-hay-alarma-infundada-torno-ocupaciones_1_9279450.html
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