el cableado de alta
tensión
se proyecta en las
fachadas
confiriéndoles el aspecto
de un vidrio agrietado.
En el alba y el anochecer,
las luces y reflejos de las
ventanas
persiguen al tren que no
debían.
Corren y esquivan esqueletos
metálicos;
son los viejos hangares
durmientes,
desnudos de sus pieles de
aluminio.
En el alba y el anochecer,
se dilata el tiempo para
los dos pasajeros
que montaron en el tren
que no debían;
se dilata su diálogo de
diamante,
donde el hecho de no
hacer,
no decir, es ya un hecho,
un
grito, una palabra.
Les Cases d'Alcanar (2009)
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