El cielo púrpura arde, y los rascacielos que se besan.
De pie en la acera, nuevas lágrimas dejan firma en mi rostro,
y en las paredes, sátiras de grafito, al modo de George Grosz.
La humedad y lluvia densas nos abrazan, a los peatones,
impregnan las camisas y camuflan nuestros fantasmas.
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