Qué decir del Pepe Rojas… hasta el último momento estuvo intentando apuntarse a todos los planes: que si viajes y excursiones, comidas con amigos y restaurantes nuevos que probar. Aún ayer seguían llegando a su piso (y seguro que vendrán más) cajas de botellas de vino y paquetes de Amazon con ropa para el invierno que iba comprando online. O el mismo domingo en el hospital, preguntaba por el Clásico y por cómo había quedado el Espanyol. Lo que estaba haciendo era aferrarse a la vida.
Aparte obviamente del vacío que deja, lo más difícil para nosotros, que hemos vivido de cerca estos últimos años, tan duros, será no confundir la persona que era con la que ha venido siendo, conviviendo con una enfermedad que casi cada día te recuerda que se te quiere llevar. Y, aun así, la enfrentó con mucha dignidad y valentía, siempre apoyado de forma incondicional por nuestra madre y con el cariño de muchos de vosotros y vosotras.
Pero, ¿por qué parecerá que solo somos –y que siempre fuimos– lo que somos ahora? Somos mucho más que eso. ¿Por qué nuestros ojos cuando miramos a la otra persona no ven todo lo que fue?
Por eso, hablando ayer con mi hermana, ésta comentaba que una de las cosas más bonitas del día de ayer fue poder ir hablando con todos y todas vosotros, que lo habéis conocido y habéis convivido con él en las más diversas situaciones y etapas de la vida, configurando cada cual una visión singular. Y hablando aquí y allá con uno y otra, hemos podido ver a nuestro padre a través de otros ojos, una ventana directa al pasado, recordando al padre, amigo, generoso, afable, y divertido que era. Ahora que lamentablemente ya no está, sentimos el hermoso compromiso compartido de mantener viva su memoria, pues él seguirá viviendo en los recuerdos que cada uno conserve de él.
Agradecemos a todo el mundo las muestras de cariño hacia Pepe, y, por ende, hacia nosotros.
50 aniversari del Pepe Rojas, al restaurant Cal Pepe, La Barceloneta, Barcelona, Catalunya (1999)