lunes, 29 de septiembre de 2025

No Logo (Naomi Klein) - 1 - a bunch of impenetrable corporations decide so many issues of the world politics

During the 1970s, the companies fine-tuned their capacity to act as a class, sacrifying their competitive instinct in favor of their unity and in favor of a cooperative action in the legislative arena. (...) a shared interest for undermining laws (such as those devoted to protecting the rights of consumers) and for pushing forward the reform of the labor laws became the dominant topic in the politics strategy of companies.
                                                      The New Politics of Inequality, Thomas Edsall, 1985

What do open and responsible Parliaments and Congresses serve for, if a bunch of impenetrable corporations decide so many issues of the world politics in the back alley? (page 395)

The last decades, many civic movements have tried to invert the conservative economic trends by electing liberal, labourist or social-democrat governments, only to discover that their economic politics is the same, or that it is yet more directly subjected to the wills of the international corporations. Centuries of democratic reforms have allowed creating more transparent governments but have been revealed soon as inefficient in the new climate of multinational power. What do open and responsible Parliaments and Congresses serve for, if a bunch of impenetrable corporations decide so many issues of the world politics in the back alley?

(…) An important defeat occurred in 1986, when the US government managed to eliminate the barely known Commission of the United Nations on Transnational Corporations. Founded in the mid-1970s, this commission was devoted to elaborate a universal code of conduct for those companies. Its goals were to prevent abuses by corporations, like the selling of medicines in developing countries which were illegal in the developed world, examining the labour and environmental effects of the exportation of industries to developing countries, and imposing more transparency and responsibility to the private sector.

 


sábado, 20 de septiembre de 2025

desde que decidimos resolver la tensión sexual no resuelta

Desde que decidimos resolver la tensión sexual no resuelta, se jodió todo. Ese podría ser el resumen de nuestra película. Ese era el MacGuffin en esta aventura nuestra, y bien pronto que lo echamos a perder –demasiado pronto, nos diría el maestro Hitchcock–, con lo que inevitablemente la parte subsiguiente de la historia estaba condenada a aburrir al personal, así que no preguntes qué es lo que falló, qué es lo que nos hizo fracasar. Da igual. ¿A quién le importa? Revelamos el pastel en la primera temporada, y ya nadie quiso quedarse a ver la segunda. Normal. Ya nadie se acuerda. Y al quedar constancia o registro audiovisual de casi todo, el pasado no existe como tal. Está con nosotros en el presente en cada instante. El pasado no existe. La primera temporada no existe, y la segunda perdió la poca gracia que pudiese tener. Mulder y Scully se acostaron al primer calentón. Jack y Rose fornicaron al primer roce en todos los rincones del Titanic. Y al final resulta que solo eres un pequeño montón de viejas fotografías.

Lo importante –lo que queda– es que por la pena entra la bestia. Y vaya si entró. Como un miura a cornear los ojetes de los diestros. Una pena tóxica y pegadiza; el chapapote en la Costa da Morte que fulminó de pura tristeza a Man el Alemán, que vio morir ante sus ojos a la Mar, su gran amor, sin poder hacer nada para remediarlo. Una pena viscosa y densa; la lava del volcán, dejándonos carbonizados, ariscos, espinosos e impracticables como el malpaís de nuestra querida isla de Lanzarote, arrasados por dentro y por fuera, siempre a punto de estallar, una tierra yerma en la que nunca crece nada. Por la pena entra la bestia. Y vaya si entró. Una bestia virulenta que me azota cada noche, no desde allí donde lo dejó la noche anterior, sino de nuevo cada vez desde el principio, cual Sísifo arrastrando su roca en la ladera de la montaña. Y es que resultó que solo en eso consistía la función. Comer. Dormir. Follar. Y jugar al MarioKart.
 
 
playa de la Montaña Bermeja, Yaiza, Lanzarote, Canary Islands (Spain)
 

sábado, 6 de septiembre de 2025

Macarras interseculares (Iñaki Domínguez) - 1 - el Opel Manta

El Francés [miembro y fundador de La Panda del Moco]: “La Panda del Moco es eso, no hay más. Pero muy intenso. Lo que pasa es que en esa época en Madrid no había malos… Bueno, yo conocí al Jaro [delincuente juvenil en cuyo personaje se basa la película de cine quinqui Navajeros (1980); murió a la edad de 16 años]… robando coches en un garaje. Cerca de la Iglesia de los Mexicanos… En el parque de Berlín… Y nos encontramos ahí con el Jaro. La madre de uno de  nuestros amigos llevaba un parking o un garaje y le robábamos todas las llaves. Íbamos todos a por el mismo coche, el Open Manta (*).”

(*) Juanjo, un informador de la época, comenta: “Los coches de los macarras de los ochenta eran el Open Manta, el Ford Capri y el Toyota Celica”.


cuando la naturaleza se desacralizó [por culpa de la religión, claro], y se empezó a joder todo

 
La unidad en la visión de una deidad suprema contribuyó a una mayor unificación de las regiones del Nuevo Imperio Asirio (también conocido como Imperio Neoasirio). Los distintos dioses de los pueblos conquistados y sus diferentes prácticas religiosas se absorbieron por el culto a Assur, a quien se reconocía como el único dios verdadero. Nombrado en el pasado de diversas formas por distintos pueblos, ahora resultaba conocido con claridad y se podía venerar como deidad universal de manera adecuada.
 
Según el historiador Paul Kriwaczek: “La creencia en la trascendencia, más que en la inmanencia de lo divino, tuvo consecuencias importantes. La naturaleza se desacralizó, se secularizó. Debido a que los dioses estaban fuera y por encima de la naturaleza, la humanidad, que de acuerdo a la creencia mesopotámica había sido creada a semejanza de los dioses y para su servicio, también tenía que estar fuera de la naturaleza y por encima de ella. En vez de constituir una parte integral de la naturaleza, la raza humana era ahora superior y reinaba sobre ella. Esta nueva actitud se resumió más adelante en el Génesis 1:26: «Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra». Todo eso está muy bien para el hombre, a quien se menciona de manera explícita en ese pasaje, pero plantea una dificultad insuperable para la mujer. Mientras los hombres pueden engañarse a sí mismos y entre ellos con las ideas de que son superiores a la naturaleza y que están fuera y por encima de ella, las mujeres no pueden tomar igual distancia de la naturaleza porque su fisiología las hace, de manera clara y obvia, parte del mundo natural… No es casual que hasta el día de hoy las religiones que pusieron el mayor énfasis en la total trascendencia de Dios y en la imposibilidad de siquiera imaginar Su realidad, releguen a las mujeres a un peldaño inferior de la existencia, y que su participación en cultos religiosos públicos solo se permita a regañadientes, y en algunos casos ni siquiera se permite”. (229-230)


main gate of the city of Ugarit, in Ras Shamra, near Latakia, Syria (2010)
Note: In the classic period, Ugarit was thought to be the oldest city in the world