El horizonte desliza ante su mirada dejando un rastro de polvo.
Arrastra perezosamente a la bruma y a sus pensamientos, todos ellos confundidos en el remolque de la ranchera.
Las maletas, haciendo las veces de improvisado respaldo, encuentran su camino a través de sus costillas y esclavizan los pliegues de su camisa.
Es un nuevo amanecer, aunque todavía no ve el sol.
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