Escucha el canto poli-céfalo del muecín.
Le llama…
Embelesa su mente.
Le llama a una nueva estación.
Y se deja transportar,
con los ojos en blanco.
Sus manos van delante.
Sus manos se deforman.
Las sombras de sus imperfecciones
danzan en el anverso.
Los nudillos enrojecidos.
Y lo siguiente que ve es su reflejo,
que le recuerda que no saben a dónde van,
que sólo siguen un canto…
Y que dejan todo atrás.
Pero el martilleo de la tabla
ensordece su advertencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario