El bastardo y su vástago de acero otean el páramo que se extiende enfrente. El tiempo se ralentiza como si su vida fuera parte de un film de Wong Kar Wai.
Las palabras ya no brotan con tanta facilidad de la boca del segundo. Ellas y los instantes se frenan, se amontonan, se entremezclan y ya no se pueden despegar.
Al fondo, aquel manto de una variedad irreconocible de gramíneas se mece. Dibujan el perfil de un Sol cansado y al que no animan con sus cosquillas.
"Así que... ¿aquí es donde termina el camino?"
L'Armentera, La Garrotxa, Catalunya (2010)
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