Merodeas siempre cerca
sin atreverte a tocarme.
Te perdiste mil veces
verme con traje y sin él.
Sabes que causarías
un cisma en mí
con solo querer.
Déjame odiarte,
contágiame ese sucio germen
que nos trata tan bien,
pues tu risa me inyecta
la vida a plazos,
y me alerta de extraños
que acepto bajo mi piel.
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