Enfrentado al nudo gordiano,
cada cual escoge lo propio,
astucia, fuerza o trampa.
Alejandro optó por lo tercero,
y no conoció la angustia del que sabe
que nada nuevo puede encontrar.
El que ha llorado bravura muerta
para luchar por lo que es justo,
la honra, aun sin haberla conocido.
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