Carreras con desconocidos.
Y, por fin, me presento ante el jurado,
ileso, y vistiendo lo que no hay.
Sin embargo, lejos ya el turno de súplicas,
sólo se me autoriza a blasfemar.
Quieran todos su oportunidad, pues,
no siendo así la mayor parte de las veces,
lleno de rabia soy destructor sin piedad.
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